Se ha publicado en Asturias Liberal.
Ayer, un agricultor me envió un mail amenazándome e insultándome por mi artículo
sobre el agua. El motivo de su tremendo enfado era mi posición contraria a las subvenciones y privilegios que se conceden a los agricultores. Esta carta es la respuesta que le envié.
Querido agricultor,
Además de los insultos y amenazas que me propinas, me acusas de “querer hundir a los agricultores españoles” y de no ser consciente de que,
ante todo, “hay que beneficiar al consumidor”.
Desde luego, qué gente más generosa y solidaria sois. ¡Cómo os preocupáis de los demás! Sobre todo del pobre consumidor. Qué detalle por vuestra parte. Gracias hombre.
Oye, y yo me pregunto: ¿seguro que lo que buscáis los agricultores con estas ayuditas (véase subvenciones) es beneficiar al consumidor? Perdona mi desconfianza, querido agricultor, pero es que soy liberal.
Veamos. Si de lo que se trata es de beneficiar al consumidor, la cosa está fácil: que haya más competencia. La competencia es ese proceso dinámico que consiste en realizar un esfuerzo constante para mejorar el servicio que ofrecen los rivales. Cuando hay competencia mejora el servicio y bajan los precios. La competencia hace que el afán de lucro de los empresarios sirva a los consumidores en vez de explotarlos, porque están compitiendo por su dinero. Y cuando hay varias empresas que compiten, los consumidores tenemos la oportunidad de comparar entre lo que nos ofrece cada una, y seremos nosotros los que decidamos quedarnos con la que nos ofrezca un mejor servicio. Es una evidencia económica: la falta de competencia desincentiva el buen servicio y produce precios altos. Seguro que estarás de acuerdo conmigo, estimado agricultor.
Pero entonces, ¿por qué os abalanzáis y tomáis la calle (generalmente de forma violenta) para pedir y apoyar medidas proteccionistas que eliminan la competencia? No parece que eso vaya a ayudar mucho al consumidor, ¿no?
Mira amigo. Las medidas proteccionistas lo que hacen es prevenir o dificultar el comercio. Te debe sonar la PAC (Política Agropecuaria Común). Se diseñó para proteger a los agricultores europeos de sus competidores, principalmente los países en desarrollo. Utiliza aranceles para bloquear la importación de productos alimenticios. Elimina, por tanto, la tan deseable competencia de la que hemos hablado antes. Además, se subvenciona la producción a los agricultores originándose un gran superávit de alimentos, y el excedente de producción se envía a los países pobres por debajo de su precio de mercado, con lo que se les distorsiona o se les destruye su mercado.
Creo que debe quedar claro que la gente no necesita que se las proteja del comercio (y de la competencia), sino de los proteccionistas. Resulta un poco contradictorio por vuestra parte defender el proteccionismo, ¿no crees?
Oye, ¿y no será que de lo que se trata es de beneficiar a vuestro sector mediante privilegios? La verdad, apreciado agricultor, es que hay que reconocer que los políticos os hacen mucho caso y os tienen muy en cuenta. ¿No será que sois uno de los grupos de presión más importantes (quizás el principal)?
Fíjate que un capitalista salvaje y egoísta (¡cómo no!) podría pensar que mediante los favores oficiales pretendéis obtener ganancias que nunca lograríais en un mercado verdaderamente competitivo. Todo esto perjudicando a los consumidores, obligándoles a comprar un producto más caro y de peor calidad, para beneficio exclusivamente vuestro. Podría pensar que sois grupos organizados que podéis presionar a los gobernantes con vuestras reivindicaciones. Podría pensar que los aranceles y el proteccionismo no dejan de ser medidas de los gobiernos para beneficiaros y protegeros de la competencia. Todo un tráfico de favores, para que nos vamos a engañar. Fíjate que menos del 1% de la población de toda la UE percibe casi el 40% de todo el presupuesto comunitario.
En fin, que parece que la coartada de los consumidores no se sostiene. ¡Vaya por Dios! Pero tranquilo, amigo agricultor, porque todavía te queda el recurso de la lagrimita, es decir, decirnos que podrías tener que cerrar el negociete porque no puedes competir con el resto de agricultores.
Pero yo te diría lo siguiente: tienes la fabulosa ocasión de contribuir positivamente en la sociedad y de beneficiar realmente a los consumidores (que era nuestro objetivo inicial, ¿verdad?). ¿Cómo? Pues muy fácil: dedicándote a otra profesión en la que ofrezcas productos o servicios que la gente verdaderamente necesite y esté dispuesta a comprártelos voluntaria y libremente, sin ser obligada a ello por la fuerza y en contra de su voluntad.
Sí, apreciado agricultor, ya sé que no es tan cómodo como la subvención, pero es que verás, la alternativa es que te mantengamos todos por la cara, es decir, que nos quiten los dineritos del bolsillo a todos los ciudadanos para dártelos a ti, sin que tú nos des nada que queramos a cambio. ¿Y tú no quieres eso no? Seguro que no.
Además míralo por el lado bueno: yo podría ejercer un derecho tan fundamental como es el de comerciar con quien yo desee, por ejemplo con un africano, y ayudarlo a salir de la pobreza. Es magnífico, ¿no crees? Seguro que sí.
Para acabar, y ahora en serio (más todavía), quisiera darte las gracias por leerme y te pediría que lo siguieras haciendo. Pero debes tener una cosa en cuenta: que yo no escribo mis artículos pensando qué es lo que haría un buen agricultor o un buen español (que lo soy), sino solamente pensando qué es lo que haría un hombre libre. Soy un liberal convencido, y debes saber, que mientras Dios me siga dando salud y la motivación suficiente, voy a seguir denunciando todas las concesiones de privilegios y demás agresiones a las libertades de los individuos, en los medios que me den la oportunidad de hacerlo. No en vano mi blog se llama
Elogio del Individuo, como bien sabes, y sólo al individuo me debo. Y como yo, hay más gente.
Saludos,
Juan Morillo Bentué