En este artículo publicado en Asturias Liberal comento uno de los efectos que tienen los impuestos: distorsionar los precios.
No deja de ser interesante la manera que tienen los gobiernos para legitimar los impuestos. Actualmente es posible ver un anuncio de televisión de la Agencia Tributaria en donde se nos dice que debemos ser buenos “contribuyentes” y pagar todos nuestros impuestos religiosamente. Y acaba diciendo que “así mejoramos todos”. Y claro, ¿quién va a ser el desalmado que no quiera que mejoremos todos?
En otro artículo hablábamos de cómo los impuestos tiene un efecto nocivo en las empresas y la economía porque desalientan y desincentivan las actividades productivas y creadoras de empleos. Sin duda, una manera curiosa de que mejoremos todos…
Pero los impuestos también tienen otro efecto devastador que generalmente no se tiene en cuenta: distorsionan los precios de mercado.
El mercado libre se basa en el mecanismo de los precios. Los precios reflejan las condiciones de oferta y demanda, por lo que suponen la información más relevante y valiosa de la que disponen los consumidores y productores para decidir cuando comprar o vender.
Al gravar un determinado producto (o servicio) se varía artificialmente su precio y deja de ser indicador de la oferta y demanda real. Su aumento de precio en el mercado ya no refleja una menor oferta o una mayor demanda.
Inevitablemente, esto altera la toma de decisiones tanto en la producción como en el consumo porque empiezan a recibir mensajes distorsionados, señales modificadas y actuarán en consecuencia. Se impide el correcto funcionamiento del mercado porque se distorsiona la asignación de recursos.
En un mercado libre, donde se respetan las transacciones voluntarias y la propiedad privada de los medios de producción, los recursos fluyen hacia aquellas líneas de producción que satisfacen las necesidades que los consumidores en cada mercado consideran más “urgentes”, es decir, que generan más valor. De esta manera, el sistema de precios actúa con toda su eficacia para transmitir oportunamente la información relevante asegurando que los bienes se produzcan de la manera más eficaz y menos costosa posible.
Una cosa que nunca entenderá un colectivista cualquiera es que los impuestos no son económicamente neutros. Los principios económicos más básicos nos muestran que los controles de precios, los precios “justos” y demás intervenciones gubernamentales distorsionan el sistema de precios, impidiendo que los bienes fluyan hacia dónde más se necesitan. Y no sé si alguien se puede creer que esto nos ayuda a todos precisamente.
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