5 de julio de 2008

El poder político contra la Iglesia


En este artículo publicado en el Instituto Juan de Mariana explico los motivos por los cuales la Iglesia debe independizarse totalmente del Estado y autofinanciarse.


El gran error que cometemos los cristianos es tener la ingenua creencia de que la Iglesia puede colaborar y cooperar con los poderes del Estado en la tarea de dar solución a los problemas sociales.

Ya señaló Hegel que el Estado era Dios sobre la Tierra. El filósofo alemán profesaba una platonizante admiración por el Estado, era un colectivista radical y poseía un estilo verdaderamente infumable, pero en su afirmación no podía estar más en lo cierto. Hoy más que nunca, la figura del Estado, cualquiera que sea el partido que gobierne, está deificada. Todo lo puede y todo lo debe solucionar. Esto es fomentado y aprovechado por el poder político, que sólo existe por y para sí mismo.

Si algo caracteriza al estado democrático actual es la hipertrofia legislativa y la mentalidad constructivista en las ciencias jurídicas. La ley se ha convertido en un medio para conseguir fines políticos. Así, la justicia consiste en la arbitraria estimación sobre la base de la impresión más o menos emotiva que produce el resultado final y concreto del proceso social al Gobierno de turno. De esta forma, el estado democrático se ha convertido en una institución moral. Se adueña de la moral y la legisla, es decir, elige los fines que deben perseguir los individuos y se los impone.

En su camino encuentra un gran obstáculo: aquellas organizaciones que ponen a disposición del individuo una visión del mundo, unas creencias, una forma de pensar, un modelo de vida y una moral. Entre ellas se encuentra la Iglesia y el cristianismo.

Y es entonces cuando se evidencia que los poderes políticos del Estado tienden a aplastar cualquier alternativa moral, ya sea amenazando a la Iglesia con cortar la financiación de los colegios concertados por su oposición a la asignatura de Educación para la Ciudadanía o incluso diciendo que la Iglesia "no respeta o ignora principios esenciales de la democracia" por oponerse públicamente a una determinada medida política.

De todas formas, haríamos mal en pensar que sólo los socialistas sienten un profundo desprecio hacia la Iglesia. Sería un tremendo error. González Pons, vicesecretario de Comunicación del Partido Popular, no dudó en recurrir al chantaje cuando hace una semana aconsejó a la Iglesia y a los obispos que no fuesen demasiado críticos con su partido porque "la Iglesia va a necesitar el apoyo del PP esta legislatura". Es bueno que este señor, que ya vemos que es cristiano cuando le conviene, nos haya revelado la verdadera naturaleza de los políticos: simples matones de barrio, no seres angelicales cuyo único fin en la vida es preocuparse de nuestro bienestar, nuestra autorrealización y nuestra felicidad.

Precisamente por este motivo la Iglesia debe abandonar la falsa ilusión de poder "colaborar" con el Estado, cualquiera que sea el partido que gobierne. La Iglesia debe privatizarse, es decir, rechazar y devolver el dinero que obtiene del Estado por poco que sea. No puede actuar como si de un grupo de presión se tratase (véase la SGAE o el cine español). Éstos intentan obtener, mediante favores oficiales, ganancias que nunca lograrían en un mercado competitivo. A cambio, deben prestar al poder político su apoyo incondicional. Estos grupos organizados necesitan de este tráfico de favores para sobrevivir.

La Iglesia no puede actuar con esta lógica porque su naturaleza es radicalmente distinta a la de estos grupos privilegiados. La clave está en lo que le pide el Estado a cambio de su limosna, que es básicamente que no proteste ante las imposiciones morales y el adoctrinamiento ideológico. Vamos, que le pide que renuncie a lo que es. Le pide su destrucción. Los grupos parasitarios viven gracias al Estado mientras que la Iglesia sobrevive a pesar del Estado, aunque parezca lo contrario.

La Iglesia debe autofinanciarse por completo. Ante esto surge la pregunta de si se lograría la suficiente financiación privada para mantener todas las actividades de la Iglesia. Pero esa pregunta es engañosa y no podemos contestarla hasta que la Iglesia se convierta en una institución totalmente independiente del poder, porque las relaciones actuales de los cristianos con nuestra Iglesia se encuentran distorsionadas.

Y es que los cristianos no conocemos las necesidades reales de nuestra Iglesia y, por lo tanto, no sabemos en qué medida debemos contribuir, hasta dónde debe llegar nuestro compromiso y nuestro esfuerzo. Tendemos a creer que lo que se obtiene del Estado es suficiente. Desconocemos si su estructura está sobredimensionada o no para el número de fieles actuales, pero lo que sí es cierto es que muchos cristianos despertarían y se preocuparían mucho más de mantener a la Iglesia que tanto les da y que tan importante es para ellos. Aparecerían iniciativas curiosas como Buigle, que quiere convertirse en página de inicio y motor de búsqueda de todos aquellos que sienten aprecio por las ideas y la labor cristiana y que dona íntegramente el dinero que genera a la Iglesia Católica. Otra manera de defender lo que nos importa es apoyando las iniciativas de organizaciones como Hazte Oír, que ha ayudado a que empresas como Heineken, Ocaso, el Corte Inglés o Fujitsu hayan retirado la publicidad de programas que ofenden claramente a la Iglesia.

Además, la Iglesia debe rechazar los fondos que recibe del Estado porque hay que respetar el que haya gente que no se identifique con los valores cristianos y no quiera que su dinero se destine a proyectos cristianos.

En cualquier caso, la idea de este artículo es que los cristianos debemos de darnos cuenta de que el actual estado democrático del "bienestar" supone un continuo y progresivo avance en cuanto a la intervención y control de todos los aspectos de nuestra vida y, por tanto, también conlleva la destrucción de la Iglesia porque le pide que abandone sus creencias, le usurpa muchas de las funciones que tendría en una sociedad libre y pervierte las relaciones con sus fieles.

3 comentarios:

Luis I. Gómez dijo...

Aunque sólo sea para saludar y decir que no puedo estar más de acuerdo. Llevaba semanas dándole vueltas al mismo tema, pero como no me siento "Iglesia" siempre pensé que no me tocaba.
Me alegra que lo hayas hecho tú, y encima de forma tan preclara.

Un saludo,
Luis I.

Anónimo dijo...

Juan, viene a cuento decir: “divino, tu artículo”.... al igual que avalar también tu otro artículo “Sobre la gestión de nuestra incertidumbre (y nuestras vidas)”, que has escrito al respecto del control de los ciudadanos por parte del estado.

Y viene a cuento sobre todo cuando las ideologías, como es el caso del psoe de zp, sintiéndose sentado sobre “la verdad”, quiere a través de su “laicidad” elevar al socialismo a categoría de religión. Como es lógico, para alcanzar tal meta ha cogido el camino más corto: aliarse con los “sumisos” (que eso significa islam) e imponer su catecismo de las “verdades supremas” a los escolares desde la más tierna infancia (su EpC). Catecismo éste, que si se suspende no pasa curso, pudiendo sin embargo pasarlo si suspende hasta cuatro asignaturas del resto del temario. El congreso “psoetiano” que termina hoy se ha centrado fundamentalmente en eso: en como acabar con la cultura judeocristiana para ocupar su lugar; pues tienen claro que en el ámbito de las ideas ellos son “el final de la historia”.

Para zp judíos y cristianos apestan, es por ello que él sólo negocia en su Alianza de Civilizaciones, con quienes a judíos y cristianos tienen como objetivo estigmatizar (claros son los ejemplos de negar el holocausto por parte de los nazionalsocialistas gallegos, el apoyo al Irán más antijudio y asesino de homosexuales y mujeres de todo el mundo, los ataques directos a las iglesias cristianas en España –de momento de tipo mediático y jurídico, pero todo se andará-, etc.).Con zp y su psoe (que para nada es socialismo), estamos ante el objetivo de reingeniería social más totalitario y grande de toda la Europa actual.

Aunque sólo fuese por ello, necesitamos a religiones independientes de todo poder y partido político (por supuesto, más aún si son de derechas). Religiones, que como es el caso de la judeocristiana, respetan la democracia y el libre pensamiento; características éstas inspiradas en nuestros conceptos culturales greco-romanos. Es decir, son aliadas de la libertad humana y de la ciencia, y por tanto, enemigas de dar las libertades individuales al estado y en lo que al saber respecta, enemigas también de ideologizar las ciencias (podríamos poner como ejemplos de dicha ideologización zapateril de las ciencias: su pseudo ecologismo, sus ciencias del feminismo de género, su uso ideologizante de las ciencias de la vida orientadas justamente a lo contrario, como es el caso de la eutanasia o del aborto a capricho, etc.).

Con el advenimiento del siglo XXI, gracias a zp y sus aliados, para las religiones judeocristianas les ha llegado uno de los más grandes desafíos: defender la libertad del individuo por encima de todo estado e ideología que lo gobierne; defender la democracia desde nuestra concepción de un estado de derecho respetuoso con la división de poderes y, defender a la ciencia como el único pensamiento que permite el avance humano. Justamente principios éstos, enemigos de zp y de su totalitario objetivo de reingeniería social.

Un saludo Juan

Pablo el herrero

Anónimo dijo...

La Iglesia española está en la encrucijada. Como muy bien dices necesita independizarse por fin del Estado. Es hora de sus propio pacto de Letrán...
Hace tiempo escribí estos dos post.
http://lalibertadylaley.wordpress.com/2008/04/01/la-iglesia-y-el-estado/
http://lalibertadylaley.wordpress.com/2008/05/11/de-rouco-a-zapatero/
Excelente artículo Juan (el "austriaco madrileño" made in BCN ;))
Saludos y Libertad!