28 de julio de 2008

Zapatero y el Estado como instrumento


En este artículo publicado en el Instituto Juan de Mariana hablo del peligro de que el Estado sea utilizado como un instrumento para transformar económica y socialmente las sociedades.


En el último congreso del PSOE, Zapatero expuso lo que será su gestión y su política. Embriagado por la aclamación de sus fieles, alcanzó la iluminación total, y en pleno Nirvana soltó las primeras perlas totalitarias que se le pasaron por la cabeza: “el Gobierno es para nosotros el instrumento, el camino” y “el cambio que invocamos va mucho más allá de una mera alternancia en el Gobierno”. Cuando todos nos preguntábamos a qué cambio se refería, afirmó que “el cambio es la transformación de la sociedad para que los valores humanos prevalezcan sobre el dinero o el poder. Ese es el cambio del que hablamos.” Pues nada, se agradece la aclaración demagógica.

Más allá de las medidas concretas que pretende tomar, lo que me interesa es resaltar su deseo explícito de utilizar el aparato estatal como instrumento y la convicción de que así debe ser.

La idea de que el Estado es un instrumento para transformar económica y socialmente las sociedades es compartida por todos los partidos políticos sin excepción. La única diferencia son los fines que se proponen alcanzar y los beneficiarios de sus políticas.

Se plasma así, el deseo de que las formaciones e instituciones sociales no sólo sean un producto deliberado de la voluntad humana, sino que sean, además, una construcción que el individuo puede moldear, alterar o modificar ilimitadamente a su antojo para satisfacer sus anhelos. En las democracias actuales, por ejemplo, se nos asegura que las medidas deliberadas que emplean las autoridades son para lograr la llamada “justicia social”. Es decir, que legitiman la coacción argumentando que las intervenciones son necesarias, benignas, sociales y a favor de los desfavorecidos.

Ciertamente, parece evidente que toda la maquinaria estatal es un instrumento, pero al servicio del poder político de turno. Conviene desmitificar la visión de un poder político carente de fines propios. El Estado es utilizado por el poder político para perseguir y alcanzar sus propios fines. Los políticos actúan praxeológicamente, pero no catalácticamente.

Para ello, los gobiernos buscan la legitimidad necesaria. ¿Cómo? Haciendo creer a la sociedad civil que es ella la que controla al Estado y se gobierna a sí misma, de forma que el gobierno es un mero mandado/sirviente que ejecuta las órdenes y deseos del pueblo soberano. De ahí los eslóganes que suelen utilizar: “el pueblo es soberano”, “juntos avanzamos”, “la voluntad común”, “hay demanda social de”, “juntos podemos”, “pacto social”, “el pueblo es sabio y ha decidido”. De esta forma consiguen que no sepamos dónde acaban ellos y dónde empezamos nosotros. Consiguen identificar sus intereses con los de la población. Sí, sé que recuerda a los antiguos totalitarismos, pero es que la democracia también puede ser totalitaria. Y vivimos en ella.

¿Cómo es posible que esto suceda? Básicamente porque, pese a la visión sentimental que tenemos de ella, en la moderna democracia no se ponen restricciones a los organismos gubernamentales. En la democracia moderna la tripartición clásica del poder se ha quebrado y los gobiernos han traspasado los poderes que las constituciones les habían asignado. Lo cual, dicho sea de paso, no la hace muy liberal, pese a que así la llamen. Hayek se refería a ella como democracia ilimitada, ya que el poder que se le otorga es ilimitado.

La primera consecuencia de una democracia ilimitada es que sus resultados no suelen ser los deseados o aprobados por la mayoría de la sociedad. Otra consecuencia es que el poder político se olvida del interés general para centrarse en ganarse el apoyo de grupos organizados de presión concediéndoles todo tipo de beneficios, que es lo mismo que decir que los gobiernos se centran exclusivamente en alcanzar sus propios fines (mantenerse en el poder), como hemos visto antes.

Si de algo tiene que ser instrumento el Estado es para garantizar el cumplimiento de las reglas independientes de fines (de mera conducta que diría Hayek) y el cumplimiento de los contratos, que es lo que garantiza la convivencia pacífica, la cooperación social y la libertad. Si la existencia del Estado tuviera alguna justificación, sería única y exclusivamente para que utilizase el monopolio de la coacción para realizar estas funciones. Un Estado “sin políticas”, un Estado “mínimo”. No parece que éste sea el rumbo que vaya a tomar el actual estado del bienestar.

Y esto es, lamentablemente, lo que permite a Zapatero y a los políticos hablar del carácter instrumental del Estado y utilizarlo para invadir todas las esferas de nuestras vidas que deseen. Éste es el principal motivo por el que el socialismo, como comentó Schumpeter en Capitalism, Socialism and Democracy, a pesar de no poder mantener sus promesas y de ser una alternativa peor para la mayoría de la gente que un sistema basado en el libre mercado, está destinado a triunfar.


5 de julio de 2008

El poder político contra la Iglesia


En este artículo publicado en el Instituto Juan de Mariana explico los motivos por los cuales la Iglesia debe independizarse totalmente del Estado y autofinanciarse.


El gran error que cometemos los cristianos es tener la ingenua creencia de que la Iglesia puede colaborar y cooperar con los poderes del Estado en la tarea de dar solución a los problemas sociales.

Ya señaló Hegel que el Estado era Dios sobre la Tierra. El filósofo alemán profesaba una platonizante admiración por el Estado, era un colectivista radical y poseía un estilo verdaderamente infumable, pero en su afirmación no podía estar más en lo cierto. Hoy más que nunca, la figura del Estado, cualquiera que sea el partido que gobierne, está deificada. Todo lo puede y todo lo debe solucionar. Esto es fomentado y aprovechado por el poder político, que sólo existe por y para sí mismo.

Si algo caracteriza al estado democrático actual es la hipertrofia legislativa y la mentalidad constructivista en las ciencias jurídicas. La ley se ha convertido en un medio para conseguir fines políticos. Así, la justicia consiste en la arbitraria estimación sobre la base de la impresión más o menos emotiva que produce el resultado final y concreto del proceso social al Gobierno de turno. De esta forma, el estado democrático se ha convertido en una institución moral. Se adueña de la moral y la legisla, es decir, elige los fines que deben perseguir los individuos y se los impone.

En su camino encuentra un gran obstáculo: aquellas organizaciones que ponen a disposición del individuo una visión del mundo, unas creencias, una forma de pensar, un modelo de vida y una moral. Entre ellas se encuentra la Iglesia y el cristianismo.

Y es entonces cuando se evidencia que los poderes políticos del Estado tienden a aplastar cualquier alternativa moral, ya sea amenazando a la Iglesia con cortar la financiación de los colegios concertados por su oposición a la asignatura de Educación para la Ciudadanía o incluso diciendo que la Iglesia "no respeta o ignora principios esenciales de la democracia" por oponerse públicamente a una determinada medida política.

De todas formas, haríamos mal en pensar que sólo los socialistas sienten un profundo desprecio hacia la Iglesia. Sería un tremendo error. González Pons, vicesecretario de Comunicación del Partido Popular, no dudó en recurrir al chantaje cuando hace una semana aconsejó a la Iglesia y a los obispos que no fuesen demasiado críticos con su partido porque "la Iglesia va a necesitar el apoyo del PP esta legislatura". Es bueno que este señor, que ya vemos que es cristiano cuando le conviene, nos haya revelado la verdadera naturaleza de los políticos: simples matones de barrio, no seres angelicales cuyo único fin en la vida es preocuparse de nuestro bienestar, nuestra autorrealización y nuestra felicidad.

Precisamente por este motivo la Iglesia debe abandonar la falsa ilusión de poder "colaborar" con el Estado, cualquiera que sea el partido que gobierne. La Iglesia debe privatizarse, es decir, rechazar y devolver el dinero que obtiene del Estado por poco que sea. No puede actuar como si de un grupo de presión se tratase (véase la SGAE o el cine español). Éstos intentan obtener, mediante favores oficiales, ganancias que nunca lograrían en un mercado competitivo. A cambio, deben prestar al poder político su apoyo incondicional. Estos grupos organizados necesitan de este tráfico de favores para sobrevivir.

La Iglesia no puede actuar con esta lógica porque su naturaleza es radicalmente distinta a la de estos grupos privilegiados. La clave está en lo que le pide el Estado a cambio de su limosna, que es básicamente que no proteste ante las imposiciones morales y el adoctrinamiento ideológico. Vamos, que le pide que renuncie a lo que es. Le pide su destrucción. Los grupos parasitarios viven gracias al Estado mientras que la Iglesia sobrevive a pesar del Estado, aunque parezca lo contrario.

La Iglesia debe autofinanciarse por completo. Ante esto surge la pregunta de si se lograría la suficiente financiación privada para mantener todas las actividades de la Iglesia. Pero esa pregunta es engañosa y no podemos contestarla hasta que la Iglesia se convierta en una institución totalmente independiente del poder, porque las relaciones actuales de los cristianos con nuestra Iglesia se encuentran distorsionadas.

Y es que los cristianos no conocemos las necesidades reales de nuestra Iglesia y, por lo tanto, no sabemos en qué medida debemos contribuir, hasta dónde debe llegar nuestro compromiso y nuestro esfuerzo. Tendemos a creer que lo que se obtiene del Estado es suficiente. Desconocemos si su estructura está sobredimensionada o no para el número de fieles actuales, pero lo que sí es cierto es que muchos cristianos despertarían y se preocuparían mucho más de mantener a la Iglesia que tanto les da y que tan importante es para ellos. Aparecerían iniciativas curiosas como Buigle, que quiere convertirse en página de inicio y motor de búsqueda de todos aquellos que sienten aprecio por las ideas y la labor cristiana y que dona íntegramente el dinero que genera a la Iglesia Católica. Otra manera de defender lo que nos importa es apoyando las iniciativas de organizaciones como Hazte Oír, que ha ayudado a que empresas como Heineken, Ocaso, el Corte Inglés o Fujitsu hayan retirado la publicidad de programas que ofenden claramente a la Iglesia.

Además, la Iglesia debe rechazar los fondos que recibe del Estado porque hay que respetar el que haya gente que no se identifique con los valores cristianos y no quiera que su dinero se destine a proyectos cristianos.

En cualquier caso, la idea de este artículo es que los cristianos debemos de darnos cuenta de que el actual estado democrático del "bienestar" supone un continuo y progresivo avance en cuanto a la intervención y control de todos los aspectos de nuestra vida y, por tanto, también conlleva la destrucción de la Iglesia porque le pide que abandone sus creencias, le usurpa muchas de las funciones que tendría en una sociedad libre y pervierte las relaciones con sus fieles.

23 de junio de 2008

Nosotros, los contribuyentes



En este artículo comento el día a partir del cual dejamos de trabajar para el Estado: el Freedom Tax Day. Se ha publicado en Asturias Liberal (20/06/2008).


El totalitarismo precisa de la corrupción del lenguaje para tenernos engañados sistemáticamente. Sólo hay que considerar cómo nos llaman a los que pagamos impuestos: ¡contribuyentes!

Hay que admitir que es una palabra bien buscada por los manipuladores, porque la palabra contribuir tiene una connotación de voluntariedad, de solidaridad, de hermandad. Queda muy… social. Y ya sabemos que al nombrar la palabra social entramos inmediatamente en una especie de hipnosis colectivista.

Pero si conseguimos desanclarnos de la existencia ilusoria por un momento y pasamos a la existencia real, comprobamos que los impuestos, como su nombre indica perfectamente, nos han sido impuestos, es decir, que no hemos podido elegir el no entregarlos. Vamos, que no son una generosa donación como nos quieren hacer creer.

Por suerte la RAE sí que ha entendido la naturaleza de nuestra condición, al definir al contribuyente como “persona obligada por ley al pago de un impuesto”.

A pesar de todo tenemos nuestro día: el Tax Freedom Day, que indica el número de días de trabajo que a lo largo del año se necesitan para satisfacer las obligaciones tributarias (los impuestos de la Renta, los indirectos, el de Sociedades, el IVA, los Especiales, las cotizaciones a la Seguridad Social, etc). Dicho claramente: es el día a partir del cual dejamos de trabajar para el Estado.

La Institución Futuro ha situado el día de la liberación fiscal en el 22 de Mayo (aunque varía según las diferentes comunidades autónomas y ciudades). Es decir, de media, los españoles dedicamos casi cinco meses de nuestro trabajo al pago de impuestos. Sólo a partir de ese día, los frutos de nuestro trabajo van a parar a nuestro bolsillo. Claro que podría ser peor, porque en el caso de los daneses cae en el 29 de junio.

Lo más inquietante es la evolución ascendente que hay tenido en España. En 1975 nos librábamos de Hacienda sobre el 10 de marzo; en 1985 sobre el 12 de abril; en 1995 en torno al 30 de abril; y ahora, en 2008, el 22 de mayo.

El llamado Estado del Bienestar es insaciable. Se apropia coactivamente de la riqueza que tanto esfuerzo nos cuesta ganar y, con la coartada de la redistribución y de los pobres, lo malgasta en actividades que no le son propias. Además, si conseguimos salir del Matrix colectivista, nos daremos cuenta que la redistribución nunca es de ricos a pobres sino de grupos desorganizados a grupos organizados. Esto significa que los únicos beneficiados son los políticos y los grupos de presión, que continuamente se intercambian favores para alcanzar sus fines a costa de todos nosotros.

La defensa del individuo debe empezar por evidenciar esto, y señalar claramente que esta confiscación es ilegítima e injusta porque las personas son dueñas de sí mismas y, por tanto, de lo que producen.

10 de junio de 2008

¡Manos arriba, esto es una huelga!


En este artículo comento la huelga de transportistas del día 8 de Junio. Se ha publicado en Asturias Liberal (10/06/2008) y en Aragón Liberal (11/06/2008) y en Canarias Liberal (11/06/2008).


Es curiosa la costumbre que tenemos de llamar huelga a lo que claramente es una prueba de fuerza con rehenes (nosotros, los ciudadanos). Los huelguistas buscan favores y privilegios gubernamentales: o se accede a lo que piden o van a cortar carreteras, rajar neumáticos e incluso sabotear actos como la inauguración de la Expo de Zaragoza. Vamos, lo de siempre.

¿Y qué piden los asaltantes de carretas (o mejor dicho, de carreteras)? Pues entre otras cosas: el establecimiento de precios mínimos obligatorios, la prohibición de despidos y jubilaciones anticipadas. O sea, sacar dinero del bolsillo de los contribuyentes en beneficio de unos pocos privilegiados. Dicho de otra manera: socializar las pérdidas y vulnerar derechos. Y, claro está, todavía deberemos darles las gracias.

Voy a centrarme en el tema de los precios mínimos. Uno de los puntos reivindicativos de la plataforma huelguista es el siguiente:

“Normativa antidumping, especifica para el transporte de mercancías por carretera. Relacionada a precios observatorio de costes, actualizado bimensualmente. De obligado cumplimiento. Que se considere delito y sanción a quien no la respete. Precios mínimos antidumping, de obligado cumplimiento.”

Piden intervencionismo económico puro y duro. Exigen al gobierno que fije precios diferentes a los que se hubieran establecido en un mercado libre. Con los precios mínimos se pretende que todos los vendedores sitúen su producto o servicio por encima de un precio fijado arbitrariamente. Quien no lo haga, será multado o llevado a prisión.

La consecuencia es la contracción de la demanda y oferta artificial, que acaba produciendo sobrantes y excedentes (véase el caso del salario mínimo). Por lo tanto, van a existir vendedores potenciales dispuestos a vender a un precio menor que sin embargo no podrán hacerlo. Y aquí está la clave: se trata de eliminar a los vendedores que puedan vender más barato ya sea por ventaja comparativa o por otros motivos. Se trata de eliminar competencia.

Todo esto se adorna con la conocida demagogia vacía sin argumentos para ocultar intereses de estos importantes pequeños grupos que buscan beneficiarse a costa del resto de la sociedad.

Mediante los precios mínimos y las restricciones a la importación quieren apartar a sus rivales del mercado, cuando lo que nos interesa a los ciudadanos es una mayor competencia, que conduzca a un mayor acceso y una mayor variedad de productos y servicios a mejores precios.

Además quieren que los esquiroles reciban su merecido castigo. Por una parte lo recibirán de los huelguistas mediante la violencia y la intimidación de los piquetes. Éstos amenazan y agraden a los transportistas que no quieren ir a la huelga. Hay que recordar que la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM), mayoritaria en el sector, no apoya el paro y considera la actitud de Fenadismer impresentable. CETM se ha quejado de las amenazas y sabotajes que ha recibido y que ha impedido el desarrollo normal de la actividad y ha pedido al Gobierno que garantice su derecho a no querer participar en la huelga, es decir, su derecho a querer trabajar.

Pero por otra parte, los huelguistas piden al Ministerio que “colabore” para que la huelga sea obligatoria, sancionando con 2.000 euros a quien se la salte. Uno de los puntos reivindicativos dice lo siguiente: “Método, norma o sistema que prohíba tajantemente cargas y descargas de conductores autónomos o asalariados. Mínima sanción de 2.000 € a los infractores. Servicio oficial del Ministerio correspondiente, con números de teléfono donde denunciar este tipo de abusos contra la dignidad del transportista.”

Es evidente que ante semejante presión callejera no debería haber negociación. Y sin embargo, el gobierno opta por las “llamadas a la calma”. Lo cual, no nos engañemos, acabará significando más subvenciones y más gasto público, cuando lo que podrían ir haciendo para empezar es reducir la fiscalidad de los carburantes y desregular este y otros sectores.

3 de junio de 2008

Sobre la gestión de nuestra incertidumbre (y nuestras vidas)


En este
artículo hablo sobre cómo el Estado se ha adueñado ilegítimamente de la gestión de nuestra incertidumbre y nuestras vidas.
Se ha publicado en el Instituto Juan de Mariana (03/06/2008) en el Instituto Independiente (03/06/2008) y en Aragón Liberal (08/06/2008).


Una implicación fundamental de la existencia de la acción humana es la incertidumbre inerradicable del futuro. El ser humano actúa para modificar el presente y conseguir sus objetivos en el futuro. Por tanto, la acción presupone la incertidumbre, porque si los actores conociesen los eventos del futuro no actuarían, ya que no podrían aspirar a cambiar situaciones futuras. El futuro está por hacer pero es incierto, y su desconocimiento nos causa inquietud y desamparo.

Pues bien, la pregunta clave que debemos contestar es: ¿quién gestiona nuestra incertidumbre? Dicho de otra manera, ¿quién nos proporciona los mecanismos para afrontar este futuro desconocido inquietante? Sólo hay dos respuestas posibles a esta pregunta: el Estado o el mercado.

El Estado del Bienestar supone un continuo y progresivo avance en cuanto a la intervención y control de todos los aspectos de nuestra vida. Representa la más espectacular expansión del poder político sobre las vidas y los intereses de los ciudadanos. Instintivamente tiende a expandirse, acaparar más funciones, concentrar más poder y expoliar más dinero a los ciudadanos.

Este énfasis regulador y expansionista se traduce en que es el hipertrofiado Leviatán pilotado por los políticos de turno el que se ocupa de nuestro futuro. En su afán de cuidarnos desde la cuna hasta la tumba, el Estado se ha adueñado ilegítimamente del papel de eliminar nuestras incertidumbres.

Así, solemos creer que es función y tarea del Estado el garantizarnos la cobertura de un amplio conjunto de necesidades como las pensiones, la asistencia sanitaria, la permanencia del puesto de trabajo, el pleno empleo perpetuo, la vivienda o el subsidio de paro. Además, creemos que lo consigue; que lo hace sin perjudicarnos; que los únicos efectos que tiene su intervención son la seguridad y la estabilidad; y que, por tanto, nos tiene que gustar y debemos dar gracias por ello.

¿Cuál es el argumento que utiliza el Estado “Nodriza” para legitimar su acción abastecedora de servicios? Respuesta: el Estado interviene porque la sociedad no es capaz de solucionar y cubrir unas determinadas necesidades. Cualquiera que cuestione este hecho será considerado como ignorante y radical.

Y sin embargo, el mercado puede ofrecer una solución a todos estos problemas. Algunos hablan de que lo que ofrece el Estado no está sujeto al análisis económico. Pero la aplicación de la teoría económica sólo requiere medios escasos y fines alternativos. Además la teoría económica explica la conducta humana teniendo en cuenta cómo reaccionan las personas a los incentivos y a las restricciones.

Veamos un ejemplo. ¿Cómo afronta una persona la incertidumbre de que pueda ser despedida en un futuro por su empresa (ya sea porque ésta quiebre o decida deslocalizar)? Tres de las medidas que toma el Estado para “proteger” nuestro futuro son:

Primero, pagándonos el paro. Esto se traduce en que la gente prefiera quedarse en casa y posponer la búsqueda de trabajo todo lo que puedan. Al actuar sobre los incentivos naturales de las personas se cambia su comportamiento, y si los beneficios derivados de una opción se incrementan, la gente escogerá esa opción. Se incentiva la no producción. Y todo esto obligándonos a los demás a pagar estos gastos, ya que un bien puede proveerse “gratis” a un individuo (o grupo) sólo si otros lo pagan. Se concede el subsidio a unos con cargo al ahorro de otros. El paro es provocado y estimulado por el Estado mediante las intervenciones, las regulaciones laborales y las subvenciones. Un ejemplo son las leyes de salario mínimo, que hacen que el salario de un trabajador pase a ser superior a su productividad marginal, enviándolo directamente al paro.

Segundo, forzando a su empresa a no despedirlo. Se tiende a pensar que el empresario no tiene otra cosa que hacer que echar a la gente a la calle, pero en la inmensa mayoría de las ocasiones, si se despide es por absoluta necesidad. El empresario no puede hacer frente a las pérdidas y no le queda más remedio que despedir o cerrar la empresa. Si las empresas tuviesen la confianza de firmar unos contratos que no se volviesen un problema insuperable en tiempos difíciles, se incrementarían las oportunidades de encontrar trabajo (en especial se fomentaría el trabajo indefinido y la estabilidad del puesto de trabajo). Además los costes sobre los despidos reducen el salario del trabajador, porque el empresario introduce esa incertidumbre en el cálculo empresarial. Libertad para contratar debería significar también libertad para despedir, porque si el miedo a contratar es alto, se desalienta en muchas ocasiones la creación de empresas y la existencia de empresarios, que son imprescindibles para crear empleos y riqueza.

Y tercero, no dejando que la empresa cierre. La finalidad y sentido único de la existencia de una empresa es la satisfacción de los consumidores. Si una empresa no tiene beneficios, su existencia no tiene sentido. Impedir su cierre sería mantener una estructura productiva que está malgastando medios y recursos escasos. Esos trabajadores y recursos se deben dirigir a producir otros bienes y servicios que sigan satisfaciendo a los consumidores. Mantenerla sería subvencionarla a costa de otras empresas.

Vemos que todas las medidas que toma el Estado no sólo no nos ayudan, sino que crea un mercado laboral poco dinámico, ineficiente y rígido, y la sociedad en su conjunto sale perjudicada.

¿Qué haría una persona ante la posibilidad de ser despedido en un futuro si el Estado no interviniese? ¿Podría hacer frente a estas cuestiones sin la intervención gubernamental?

Lo primero que notaría el ciudadano sería que aumentaría su renta porque tendría que pagar menos impuestos debido a que el Estado tendría menos funciones/tentáculos.

Podría, por ejemplo, tener un seguro de paro, que le proporcionase seguridad ante la posibilidad de perder su trabajo en el futuro. Evidentemente, este tipo de seguros existirían si desapareciese el monopolio del Estado. De hecho, ya existen. Estas empresas buscarían fines lucrativos y se moverían en un entorno de competencia. Sería posible contratar un seguro de paro de la misma manera que se puede tener un seguro de coche, accidentes, sobre bienes, hogar, vida, salud, empresas, viajes, deportes, navegación, ahorro, comerciales, vida, pensiones, comercios, oficinas, caza y pesca, animales domésticos, etc.

La gente podría contratar un fondo de inversión como instrumento de previsión.

Al eliminar el incentivo del subsidio de paro, se fomentaría el ahorro. La gente ahorraría de cara a hacer frente a cualquier eventualidad del futuro. Además, al llegar a la etapa más avanzada de su vida, se habría acumulado un capital para sus futuros años. Actualmente, con el Estado del Bienestar, llegamos con lo mínimo y nuestro futuro depende totalmente del Estado. Se fomenta, por tanto, que haya más ahorradores y menos derrochones.

Esto, unido a la abolición de regulaciones, leyes, multas, prohibiciones, impuestos y negociaciones colectivas, eliminaría los altos costes de entrada y salida, y haría que el mercado laboral fuese dinámico y flexible, reduciéndose enormemente el número de parados.

El gobierno no es apto para dirigir nuestros asuntos ni nuestro futuro. En el mercado están más claros los incentivos y las responsabilidades mientras que el intervencionismo las disuelve. Se debe dejar al individuo administrar su riqueza totalmente, y no hurtarle ámbitos de gestión de su vida y propiedades.

¿Cuáles son los principales efectos de que el Estado se encargue de nuestros asuntos personales? La usurpación desemboca lógicamente en la infantilización y la irresponsabilidad de los ciudadanos, porque los derechos positivos reemplazan a la responsabilidad; y se elimina la autonomía para dar paso a la dependencia. El Estado, al arrebatar la responsabilidad, siembra la semilla de la destrucción de la esencia del ser humano. El inducir a la dependencia significa contribuir al parasitismo, es decir, fomentar lo peor del ser humano. Todo ello desemboca, finalmente, en una sociedad más injusta.

27 de mayo de 2008

Los impuestos y la distorsión de los precios


En este artículo publicado en Asturias Liberal comento uno de los efectos que tienen los impuestos: distorsionar los precios.

No deja de ser interesante la manera que tienen los gobiernos para legitimar los impuestos. Actualmente es posible ver un anuncio de televisión de la Agencia Tributaria en donde se nos dice que debemos ser buenos “contribuyentes” y pagar todos nuestros impuestos religiosamente. Y acaba diciendo que “así mejoramos todos”. Y claro, ¿quién va a ser el desalmado que no quiera que mejoremos todos?

En otro artículo hablábamos de cómo los impuestos tiene un efecto nocivo en las empresas y la economía porque desalientan y desincentivan las actividades productivas y creadoras de empleos. Sin duda, una manera curiosa de que mejoremos todos…

Pero los impuestos también tienen otro efecto devastador que generalmente no se tiene en cuenta: distorsionan los precios de mercado.

El mercado libre se basa en el mecanismo de los precios. Los precios reflejan las condiciones de oferta y demanda, por lo que suponen la información más relevante y valiosa de la que disponen los consumidores y productores para decidir cuando comprar o vender.

Al gravar un determinado producto (o servicio) se varía artificialmente su precio y deja de ser indicador de la oferta y demanda real. Su aumento de precio en el mercado ya no refleja una menor oferta o una mayor demanda.

Inevitablemente, esto altera la toma de decisiones tanto en la producción como en el consumo porque empiezan a recibir mensajes distorsionados, señales modificadas y actuarán en consecuencia. Se impide el correcto funcionamiento del mercado porque se distorsiona la asignación de recursos.

En un mercado libre, donde se respetan las transacciones voluntarias y la propiedad privada de los medios de producción, los recursos fluyen hacia aquellas líneas de producción que satisfacen las necesidades que los consumidores en cada mercado consideran más “urgentes”, es decir, que generan más valor. De esta manera, el sistema de precios actúa con toda su eficacia para transmitir oportunamente la información relevante asegurando que los bienes se produzcan de la manera más eficaz y menos costosa posible.

Una cosa que nunca entenderá un colectivista cualquiera es que los impuestos no son económicamente neutros. Los principios económicos más básicos nos muestran que los controles de precios, los precios “justos” y demás intervenciones gubernamentales distorsionan el sistema de precios, impidiendo que los bienes fluyan hacia dónde más se necesitan. Y no sé si alguien se puede creer que esto nos ayuda a todos precisamente.

19 de mayo de 2008

Orden espontáneo e instituciones sociales


En este artículo publicado en Asturias Liberal hablo sobre error de intentar contruir el orden social intencionalmente.


Lamentablemente, está extendida la idea de que la sociedad es un orden que puede construirse intencionalmente. Los socialistas de todos los partidos (y todo el sistema en general), nos bombardean continuamente con esta idea. Es el típico pensamiento antiliberal de que la gente dejada “a su aire” puede provocar resultados no deseados. ¿Qué es lo que hay que hacer entonces? Dirigirla. Obvio.

¿Qué significa dirigir la sociedad? Pues básicamente tutelarla, es decir, marcar los fines de los individuos. O lo que es lo mismo: identificar los fines sociales que ellos determinan con los fines del individuo. La coordinación social debe, por tanto, ser impuesta.

Esto supone no entender nada del proceso social, ya que la sociedad es un complejísimo proceso espontáneo de interacciones humanas movidas todas ellas por el deseo de alcanzar sus propios fines.

Una palabra clave aquí es espontáneo. Una gran aportación de Carl Menger consiste en haber desarrollado la teoría del surgimiento espontáneo y evolutivo de las instituciones a partir de la concepción subjetiva de la acción humana. Como manifestara Menger: “el problema más importante de las ciencias sociales es explicar cómo las instituciones que sirven al bienestar común y que son extremadamente importantes para su desarrollo llegaron a existir sin una voluntad común dirigida a establecerlas”.

Hayek señala entre otras instituciones que son el resultado de la acción espontánea evolutiva nada menos que al lenguaje, la moneda, el derecho de propiedad, el comercio, la lex mercatoria que rige los intercambios internacionales y la misma Common Law. Las instituciones sociales son el resultado de conductas regulares no planificadas por los individuos para hacer frente a los problemas que enfrentan. Se forman inintencionadamente, es decir, sin una programación previa

Vemos en el orden social un vínculo interno producido endógenamente, lo que equivale concebir la sociedad como un orden espontáneo. Esta es la naturaleza interna del vínculo social.

La teoría social comienza con el descubrimiento de que existen estructuras ordenadas que son producto de la acción de muchos hombres, pero que no son resultado de una planificación humana. Es ese permanente fluir de iniciativas individuales, que son de tal modo seleccionadas y agregadas a un nivel de conocimiento que ninguna mente humana particular es capaz de alcanzar.

La idea de que la sociedad puede construirse intencionadamente debe ser rechazada. Deberíamos confiarnos a ese gran mecanismo productivo que es el proceso social abierto a la cooperación de todos, ya que sólo de esta manera es posible el desarrollo económico y el aumento de conocimiento.

Y sin embargo, los enemigos de la libertad siguen queriendo tutelar al individuo y sus opciones innovadoras. Quieren dirigir el mundo, cuando lo mejor sería que nos dejasen en paz.

16 de mayo de 2008

Noticias liberticidas de la semana (o del mes)


Sección Cultura “Coge la pasta y corre”

“La entidad de Luis Cobos desvió dinero procedente del canon a inversiones inmobiliarias. 41,5 millones de euros.”

“La SGAE
recauda un 10,1% más que en 2007 y se acerca a los 400 millones.”

“La SGAE
demanda a "Público" por publicar noticias en su contra.”

Los nenes de la SGAE serán malos, pero tontos no son… qué jodíos… si se dedicasen a hacer el bien (intercambiar pacíficamente)…

Sección Religión “Imanes para qué os quiero”

“El Consejo Islámico cree que el Estado debe financiar a los imanes.”

“Continúa la
persecución a católicos en el mundo islámico.”

“Magdalena Rouco, la sobrina del Cardenal Arzobispo de Madrid,
desnuda en 'Interviú'.”

Aviso para los morbosos que queréis ver a la sobrina de Rouco: dejadlo, no vale la pena, de verdad; es mejor el video del cocainómano ;-P

Sección Economía “venga, ala, llamad al Cobrador del Frac”

"Zapatero bautiza la crisis: "Desaceleración transitoria ahora más intensa"

“La creación de empresas
se desplomó un 40 por ciento en marzo.”

La banca pide al Gobierno financiar la crisis inmobiliaria con el fondo de las pensiones.”

“Cuatro de cada 10
insolvencias vienen del ladrillo”

Venga, todos al banco a dar las llaves de nuestro pisito y que se apañen ellos… y de paso dales al perro también.

Por cierto, vaya pájaros éstos de la banca… quieren utilizar dinero del Fondo de la Reserva de la Seguridad Social para hacer frente a la crisis inmobiliaria.

Sección Esquelas “Ja´ me maaaaten”

“Muere en una competición de escupitajos.”

Fallece un diputado colombiano tras sufrir un infarto durante una sesión del Congreso.”

Será el cambio climático. Evidentemente espero algún comentario de STEWIE :-) Un amiguito menos de los tuyos eh…

Sección Política “déficit de inteligencia”

“Maragall desvela que es el funcionario que más gana de España.”

“Las empresas públicas manejadas por Chaves
tienen un déficit de 1.000 millones.”

“Evo Morales contra el
referéndum de Santa Cruz.”

“Carod quiere un
ejército catalán

Lo del déficit no creo que deba importar a los socialistas. Hace muchos años decían que tener déficit era bueno y necesario, y presumían de él; y ahora dicen que ellos de déficit nada de nada. “Estos son mis principios y si no te gustan, tengo otros”. En fin, el marxismo grouchista del camarote socialista.

Carod y su ejército. Sí claro… pues como algún día podamos contratar privadamente la defensa, no veas lo que vas a correr…

En fin, siempre nos quedará la ministra de Berlusconi.

Sección Ecología “paralizados estamos”

“Al PSOE le importa más el cambio climático que el paro.”

Con tanta chorrada, Carlos Rodríguez Braun tiene material para escribir sus columnas hasta el fin de los días.

Sección Sociedad “qué vida más perra”

“Una tienda prohíbe la entrada a perros y rumanos.”

“ERC pide que las
parejas gays con tres hijos sean reconocidas como familias numerosas.”

Pues casi que me abstengo y se lo cedo a LUIS MARGOL. (Se habrá pasado alguna vez, en algún momento, por este blog?)

Los de la tienda que poco originales. En el siglo XXI los carteles tendrían que ser así: “Prohibida la entrada a ladrones y sinvergüenzas. El gobierno no quiere competencia”.

Sección Corazón “Dejad a Britney en paz”

Los problemas psiquiátricos de Britney Spears le cuestan 61 millones de dólares. (ver este video sin falta…)

José María Iñigo 'descubre' a Massiel.

Scarlett se compromete por sorpresa con el ex de Alanis Morrissette.

Scarlett, por Dios… me he tenido que enterar por la prensa de que hemos roto… ;-(

Sección Deportes “¿Y el Madrí qué? Otra vez campeón de Liga…”

Pues sí… Pero mirémoslo por el lado bueno, Laporta no se podrá dedicar a la política. Ronaldinho se lo sigue pasando bien y Ronaldo dice que no se había dado cuenta de que eran travestís… macho, no sé yo si creerte sabes (video aconsejable)…

Sección Televisión “estoy enganchado a House porque es austriaco”

Tranquilos… vuelve… el COCHE FANTÁSTICO!!! (Madre de Dios…)


Bueno, así son las cosas y así se las hemos contado.

Un beso bien dado para Mary White.

P.D: Puede hacer el favor de asomarse DODGSON y decirnos por qué no para de decir por los blogs que Esperanza Aguirre está de buen ver…

12 de mayo de 2008

Carta a un agricultor enfadado


Me estreno en Red Liberal (gracias Daniel) con una carta a un agricultor que me amenazó vía mail por mi artículo sobre el agua en el que criticaba las subvenciones a los agricultores.
Se ha publicado en Asturias Liberal.



Ayer, un agricultor me envió un mail amenazándome e insultándome por mi artículo sobre el agua. El motivo de su tremendo enfado era mi posición contraria a las subvenciones y privilegios que se conceden a los agricultores. Esta carta es la respuesta que le envié.


Querido agricultor,

Además de los insultos y amenazas que me propinas, me acusas de “querer hundir a los agricultores españoles” y de no ser consciente de que, ante todo, “hay que beneficiar al consumidor”.

Desde luego, qué gente más generosa y solidaria sois. ¡Cómo os preocupáis de los demás! Sobre todo del pobre consumidor. Qué detalle por vuestra parte. Gracias hombre.

Oye, y yo me pregunto: ¿seguro que lo que buscáis los agricultores con estas ayuditas (véase subvenciones) es beneficiar al consumidor? Perdona mi desconfianza, querido agricultor, pero es que soy liberal.

Veamos. Si de lo que se trata es de beneficiar al consumidor, la cosa está fácil: que haya más competencia. La competencia es ese proceso dinámico que consiste en realizar un esfuerzo constante para mejorar el servicio que ofrecen los rivales. Cuando hay competencia mejora el servicio y bajan los precios. La competencia hace que el afán de lucro de los empresarios sirva a los consumidores en vez de explotarlos, porque están compitiendo por su dinero. Y cuando hay varias empresas que compiten, los consumidores tenemos la oportunidad de comparar entre lo que nos ofrece cada una, y seremos nosotros los que decidamos quedarnos con la que nos ofrezca un mejor servicio. Es una evidencia económica: la falta de competencia desincentiva el buen servicio y produce precios altos. Seguro que estarás de acuerdo conmigo, estimado agricultor.

Pero entonces, ¿por qué os abalanzáis y tomáis la calle (generalmente de forma violenta) para pedir y apoyar medidas proteccionistas que eliminan la competencia? No parece que eso vaya a ayudar mucho al consumidor, ¿no?

Mira amigo. Las medidas proteccionistas lo que hacen es prevenir o dificultar el comercio. Te debe sonar la PAC (Política Agropecuaria Común). Se diseñó para proteger a los agricultores europeos de sus competidores, principalmente los países en desarrollo. Utiliza aranceles para bloquear la importación de productos alimenticios. Elimina, por tanto, la tan deseable competencia de la que hemos hablado antes. Además, se subvenciona la producción a los agricultores originándose un gran superávit de alimentos, y el excedente de producción se envía a los países pobres por debajo de su precio de mercado, con lo que se les distorsiona o se les destruye su mercado.

Creo que debe quedar claro que la gente no necesita que se las proteja del comercio (y de la competencia), sino de los proteccionistas. Resulta un poco contradictorio por vuestra parte defender el proteccionismo, ¿no crees?

Oye, ¿y no será que de lo que se trata es de beneficiar a vuestro sector mediante privilegios? La verdad, apreciado agricultor, es que hay que reconocer que los políticos os hacen mucho caso y os tienen muy en cuenta. ¿No será que sois uno de los grupos de presión más importantes (quizás el principal)?

Fíjate que un capitalista salvaje y egoísta (¡cómo no!) podría pensar que mediante los favores oficiales pretendéis obtener ganancias que nunca lograríais en un mercado verdaderamente competitivo. Todo esto perjudicando a los consumidores, obligándoles a comprar un producto más caro y de peor calidad, para beneficio exclusivamente vuestro. Podría pensar que sois grupos organizados que podéis presionar a los gobernantes con vuestras reivindicaciones. Podría pensar que los aranceles y el proteccionismo no dejan de ser medidas de los gobiernos para beneficiaros y protegeros de la competencia. Todo un tráfico de favores, para que nos vamos a engañar. Fíjate que menos del 1% de la población de toda la UE percibe casi el 40% de todo el presupuesto comunitario.

En fin, que parece que la coartada de los consumidores no se sostiene. ¡Vaya por Dios! Pero tranquilo, amigo agricultor, porque todavía te queda el recurso de la lagrimita, es decir, decirnos que podrías tener que cerrar el negociete porque no puedes competir con el resto de agricultores.

Pero yo te diría lo siguiente: tienes la fabulosa ocasión de contribuir positivamente en la sociedad y de beneficiar realmente a los consumidores (que era nuestro objetivo inicial, ¿verdad?). ¿Cómo? Pues muy fácil: dedicándote a otra profesión en la que ofrezcas productos o servicios que la gente verdaderamente necesite y esté dispuesta a comprártelos voluntaria y libremente, sin ser obligada a ello por la fuerza y en contra de su voluntad.

Sí, apreciado agricultor, ya sé que no es tan cómodo como la subvención, pero es que verás, la alternativa es que te mantengamos todos por la cara, es decir, que nos quiten los dineritos del bolsillo a todos los ciudadanos para dártelos a ti, sin que tú nos des nada que queramos a cambio. ¿Y tú no quieres eso no? Seguro que no.

Además míralo por el lado bueno: yo podría ejercer un derecho tan fundamental como es el de comerciar con quien yo desee, por ejemplo con un africano, y ayudarlo a salir de la pobreza. Es magnífico, ¿no crees? Seguro que sí.

Para acabar, y ahora en serio (más todavía), quisiera darte las gracias por leerme y te pediría que lo siguieras haciendo. Pero debes tener una cosa en cuenta: que yo no escribo mis artículos pensando qué es lo que haría un buen agricultor o un buen español (que lo soy), sino solamente pensando qué es lo que haría un hombre libre. Soy un liberal convencido, y debes saber, que mientras Dios me siga dando salud y la motivación suficiente, voy a seguir denunciando todas las concesiones de privilegios y demás agresiones a las libertades de los individuos, en los medios que me den la oportunidad de hacerlo. No en vano mi blog se llama Elogio del Individuo, como bien sabes, y sólo al individuo me debo. Y como yo, hay más gente.

Saludos,

Juan Morillo Bentué

5 de mayo de 2008

Sobre la escasez de agua y los trasvases

En este artículo publicado en Asturias Liberal y en Aragón Liberal hablo sobre la escasez de agua y la forma de solucionar este problema.




En cierta ocasión señaló Mark Twain que “el whisky es para beber; el agua, para pelear”. Y en España ya estamos otra vez en armas, viviendo una guerra de guerrillas que va durando ya demasiado. Todos peleándose por el agua.

Eso sí, todo ello adornado con originales malabares lingüísticos incluidos: trasvases, aportaciones momentáneas de agua, aportaciones hídricas, captaciones temporales de agua, conducciones urgentes de agua. En fin, que ya sabemos que lo mejor que saben hacer los socialistas es pervertir el lenguaje.

Vayan todos mis respetos hacia las ilustrísimas mentes pensantes que elaboran y diseñan estudios rigurosos estatales sobre trasvases, planes hidrológicos y desaladoras. Pero todos están gravemente equivocados.

La única solución para acabar con la escasez de agua es ponerle un precio de mercado, consecuencia de establecer derechos de propiedad. El problema de las leyes y regulaciones del agua es la ausencia de derechos de propiedad. Hay que introducir el derecho a poseer agua y a comprarla y venderla a precios establecidos libremente.

La falta de derechos de propiedad sobre el agua genera sobreexplotación. A menos que los individuos puedan controlar los recursos naturales como propiedad privada, los recursos serán objeto de abuso. Cuando demasiados individuos explotan un recurso sin dueño, nadie asume la responsabilidad del bien y se produce su agotamiento (y la destrucción ambiental). Esto se conoce como la “tragedia de los comunes” (Hardin). Este problema surge siempre que un recurso escaso se encuentra bajo propiedad colectiva, y no bajo propiedad individual. Ya se sabe que “lo que es del común, es del ningún”.

La introducción de derechos de propiedad claramente definidos sobre el agua incrementaría la cantidad disponible del recurso, ya que los propietarios tendrían incentivos económicos para producir y distribuir la mayor cantidad posible y evitar el despilfarro y el derroche. Se generaría una mayor eficiencia, eliminándose la escasez.

El precio del agua debe ajustarse a su verdadero coste. Debe depender de la oferta y la demanda. Cuando los políticos regulan el precio de un bien, la oferta y la demanda se distorsionan. Si el precio fijado es menor que el precio de mercado, la oferta disminuye y la demanda aumenta. Por el contrario, si el precio es mayor que el de mercado, la oferta aumenta y la demanda disminuye.

Por motivos políticos, el precio del agua es, simplemente, demasiado bajo. Los políticos han fijado el precio del agua artificialmente por debajo del precio de mercado, por lo que la demanda crece en exceso y se derrocha enormemente el agua. Es en la agricultura donde deben producirse los ahorros importantes. Los agricultores suelen tener una actitud muy ineficiente en el tema del agua. Y el gobierno motiva y es el causante de su mala gestión.

Evidentemente, el político va a argumentar que el agua es un derecho humano y debe proporcionarse gratis para que los pobres puedan tener agua. Siempre la eterna coartada de los pobres. La realidad es que a los pobres no les llega el agua ni por casualidad. Está visto que los gobiernos no consiguen solucionar el problema de la falta de agua. Sin embargo, la iniciativa privada ha conseguido llevar agua incluso a los desiertos.

No hay que ser ingenuos ni engañarse. Los grandes beneficiados no son los pobres ni los consumidores, sino los grupos de interés privilegiados que están fuertemente organizados, ejercen una gran presión política y acaban recibiendo las subvenciones. Especialmente los agricultores: el gobierno les subsidia la producción agrícola y subvenciona además el agua de riego. Y al resto de habitantes se nos dice que cerremos el grifo cada vez que nos lavamos los dientes y que nos duchemos en vez de bañarnos, cuando la mayor fuente de gasto de agua es el uso industrial y, principalmente, el agrícola (más del 70%).

Los recursos naturales no requieren un proceso de asignación diferente al resto de bienes simplemente porque puedan tener un mayor valor marginal. Es necesario definir y defender los derechos de propiedad para que la función empresarial obtenga la información necesaria, la iniciativa y el incentivo para llevar al agua donde más falta haga. Los políticos, en cambio, tienen una curiosa manera de gestionar los bienes y dar soluciones a los problemas de escasez de recursos: nacionalizan los recursos, deciden cuáles van a ser nuestras necesidades, favorece a sectores e industrias arbitrariamente, e intervienen en los precios. Como hemos dicho, los políticos benefician a los grupos de presión dando lugar a decisiones contrarias a los intereses de los ciudadanos (que nadie se molesta en defender). En fin, no es necesario insistir en la dimensión eminentemente inepta de los políticos.

Por cierto, hablando de catetos. Me aseguran que Marcel.lí Iglesias no ha dimitido todavía. Qué cosas.

3 de mayo de 2008

Noticias liberticidas de la semana



Las noticias por secciones:

Sección Cultura: “Ande yo caliente y ríase (jódase) la gente”.

Juan José Alonso Millán: “Hay que subvencionar las obras que den dinero”.

Y yo me pregunto: si dan dinero, ¿por qué hay que subvencionarlas? Claro que si no diesen dinero, ¿por qué hay que subvencionarlas?


Sección Economía: “Yo y mi fantástica máquina de crear papelitos de la nada”.

La Fed, el BCE y otros bancos centrales vuelven a inyectar liquidez contra la crisis financiera.

Solbes niega la crisis pero
inyecta 34.000 millones para rescatar a familias y empresas.

Otro banco europeo
tiene que ser rescatado por la crisis financiera.

Envileciendo que es gerundio. Madre mía como se entere Rallo…


Sección Sociedad: “Cuñao... Pa´ vernos matao”.

“Las críticas a las ministras son semillas que hacen que germine el maltrato”.

Me abstengo de comentar esto. Cedo el testigo a Mary White ;-)

En cualquier caso, prefiero a las ministras de Berlusconi… (I, II, III)


Sección Medios: “Neutralidad informativa (socialista)”

El telediario nacional de China multa a los presentadores que pronuncien mal.

Lorenzo Milá: “Los informativos de RTVE son
los más neutrales de toda su historia”.

Sí, Lorencito, sí… por China deberías pasarte una temporadita.


Sección Religión: “Semos penitentes y a morir por Dios”.

Dice el Papa que los desafíos del siglo XXI son “la defensa del medio ambiente, la lucha contra las desigualdades en la distribución de los bienes, la promoción de la instrucción, y un crecimiento económico sostenible.”

Estamos los liberales cristianos que no ganamos para sustos. Que Dios nos pille confesaos!


Sección Ecología: “Salvemos a las ballenas, osos y pingüinos”.

El calentamiento global podría dejar sin oxígeno a los océanos y amenaza a los pingüinos rey de la Antártida.

Venga, Apocalipsis Now, versión ecologeta. Adiós mundo cruel! Y mientras el mundo se destruye y nos quedamos sin pingüinitos, Ronaldinho no pierde el tiempo, Ronaldo menos y Javierito Bardem se toma un año sabático… Por cierto, Ronaldo macho, qué ha pasado tío...


En fin, pues así está el patio…

Y para colmo, se nos muere el panadero de Barrio Sésamo.


Actualización: Mary White cogió el testigo ;-)

30 de abril de 2008

Los impuestos y sus efectos: reducción de incentivos


En este artículo de divulgación publicado en Asturias Liberal comento cómo los impuestos reducen los incentivos para producir.



En esta ocasión vamos a comentar el impacto que tienen los impuestos en la producción de las empresas.

Los impuestos reducen los incentivos para producir.

¿Por qué produce una persona? Para obtener unos beneficios, sean éstos materiales o no. Quiere mejorar su situación actual. Intenta pasar de una situación menos satisfactoria a otra más satisfactoria.

Así, cuando una persona decide crear una empresa arriesgando su capital, lo hace movida por su afán de lucro y no por altruismo. Le mueve, por ejemplo, la aspiración de ganarse la vida mejor o asegurar el futuro de su familia.

Gracias a este deseo (¿egoísta?) de ganar dinero elabora productos que todos acabaremos disfrutando. Como dijo Adam Smith, “no es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés.”

Y la supervivencia de la empresa sólo será posible si satisface las necesidades de los ciudadanos. En caso contrario tendrá que cerrar, y es bueno que así sea. La empresa está obligada a prestar cada vez un mejor servicio, siendo la ganancia la señal que indica en qué forma se está sirviendo a la gente.

El deseo de ganancia o afán de lucro del hombre es el incentivo que estimula su talento creativo y su capacidad empresarial. Es lo que hace que su tiempo y dedicación fluyan hacia sus bienes en busca de una mayor productividad.

Si una persona tiene una iniciativa empresarial novedosa pero tiene que pagar impuestos sobre la renta, cotizar a la seguridad social por cada empleado, imponer el IVA y pagar un sinfín de impuestos adicionales, los beneficios pueden no ser tan grandes como pensaba. No compensará el riesgo que ha tomado, por lo que no invertirá en proyectos y emprendimientos.

Los impuestos sobre el ingreso y el capital, por tanto, suponen un castigo a los que producen, que son el motor del crecimiento económico. Son los que aumentan el nivel de vida de todos y hacen que un país sea más rico y próspero. El resultado es un nivel de vida más bajo y menores oportunidades de empleo. Lo pagan los trabajadores, los accionistas y los consumidores. La sociedad se empobrece.

El Estado debería premiar a los emprendedores y productores que innovan, invierten, trabajan y crean, porque son ellos los creadores de riqueza.

Pero, ¿qué es lo que hace en su lugar?

Incentivar a los parásitos y depredadores mediante subvenciones, es decir, extrayendo la riqueza de quienes la han creado y repartiéndola entre quienes nunca la lograrían en un mercado competitivo. Gente que simplemente se cree con derecho a realizar una actividad a costa del esfuerzo y trabajo ajeno.

La subvención destruye riqueza y no la crea. Pero de las subvenciones y de los grupos de presión hablaremos en otro momento.

22 de abril de 2008

Sobre la prostitución y ¡Madrid! (y II)


Este artículo es la segunda parte del artículo publicado en asturiasliberal.org sobre la prostitución. Hablo de las consecuencias que provoca la ilegalización de la prostitución.

Actualización 1: se ha publicado también en el Instituto Juan de Mariana con el título de Las Diez consecuencias de ilegalizar la prostitución.

Actualización 2: Los dos textos míos sobre la prostitución se han publicado juntos en liberalismo.org con el título Por la legalización de la prostitución.


En el artículo anterior expuse los motivos por los cuales la prostitución es una actividad totalmente legítima desde el punto de vista ético. Ahora toca presentar las consecuencias que provoca su ilegalización.

Si de algo nos advirtió el gran Frédéric Bastiat fue de la necesidad de tener en cuenta las consecuencias no previstas de las acciones humanas y en particular de las políticas.

La experiencia de su ilegalización es instructiva porque muestra claramente los resultados desastrosos de tratar de suprimir una actividad pacífica y voluntaria mediante la ley coactiva (e ilegítima).


Consecuencias para las prostitutas:

1) Abandono institucional: las deja sin derechos ni protección.

Éste es el punto más importante. En el anterior artículo comentamos que la prostitución no dejaba de ser una profesión como cualquier otra en la que dos personas efectúan una transacción voluntaria. Ahora habría que añadir que: sin instituciones adecuadas una verdadera economía de mercado no es posible (Coase). Lo cual significa que sin el apoyo del Estado de Derecho, la prostitución no puede ejercerse sin inseguridad jurídica y social.

La ilegalización hace que dejen de ser sujetos éticos. No están regulados ni sus derechos ni sus obligaciones. Las prostitutas están desprotegidas y se les puede maltratar. Se les puede secuestrar, pegar, violar, robar y forzar a prostituirse. Están en una situación discriminada y sin derechos. Se ha demostrado que las prohibiciones no acaban con el problema sino que lo único que hacen es empeorar las condiciones de trabajo de las mujeres que seguirán ejerciendo. Trabajan en malas condiciones de seguridad, limpieza, higiene y tranquilidad.

Sabemos que no vivimos en un mundo ideal y que siempre se seguirán produciendo injusticias y abusos aunque se legalice la profesión. Sobre todo conociendo la nula eficacia e ineptitud de quién tiene que protegernos (véase Papá Estado). Pero lo que se debe buscar es lo siguiente: garantizar los derechos a aquellas mujeres que deciden trabajar en la prostitución y limitar los abusos que hoy ejercen sobre ellas en los burdeles.

Una vez legalizada la prostitución, las que quieran continuar en la clandestinidad (para no pagar impuestos) lo harán voluntariamente y bajo su responsabilidad. Deberán asumir los riesgos.


2) La ley no funciona, no consigue lo que se propone (reducir la prostitución).

Es bien conocido que la prostitución es tan antigua como la humanidad. Y todo parece indicar que la humanidad no está para muchos cambios, porque la prostitución sigue siendo demandada enormemente pese a su ilegalización.

Atendiendo a la gran cantidad de dinero que mueve, podemos asegurar que el mercado más antiguo de la historia no parece que vaya a desaparecer. Y sin embargo, pese a no violar los derechos de nadie, está ilegalizada.

¿Cómo puede el Estado decidir si se tiene que reducir una determinar profesión? ¿En base a qué? ¿En base a que a los políticos les parece una actividad denigrante? ¿Intrínsecamente perversa? ¿Deshumanizante? Quizás deberían reflexionar acerca de su profesión.

El objetivo que hay que proponerse no es reducir la prostitución, sino la reducir las víctimas del tráfico de blancas y personas. Y eso se consigue legalizando la profesión para establecer claramente la distinción entre prostitución voluntaria (decisión propia) y prostitución coactiva (esclavitud), y persiguiendo fuertemente la segunda.


3) Convierten a gente honesta y pacífica en criminales.

La ilegalización produce la estigmatización social y persecución de una trabajadora honesta y pacífica. Muchas veces los bancos son reticentes a concederles préstamos y las aseguradoras prefieren evitarlas. Sufren el menosprecio y la discriminación que todos conocemos.


Consecuencias de crear un mercado negro:

4) Crea en la sociedad “mercados” en donde la competición se basa en la violencia y no de forma pacífica como en el legales.

No están basados en el contrato y la cooperación. Aumenta la violencia y la inseguridad ciudadana.


5) El precio del servicio es mucho mayor en un mercado negro que en un mercado legal competitivo.

Todo producto en un mercado negro tiene un precio más alto porque la falta de oferta y falta de competencia provocan la escasez de los servicios que la gente considera indispensables. Llega al mercado una menor cantidad que la demandada. Existe más demanda que oferta y los clientes están dispuestos a pagar un precio más alto por el servicio que se les prohíbe. Además hay que pagar al intermediario clandestino.


6) Los servicios en los mercados ilegales son de una calidad menor que en los mercados legales competitivos.

La falta de competencia y de legalidad hace que no haya ni el control ni las exigencias que se darían en un mercado legal.


7) Provoca una delincuencia asociada.

Los enormes beneficios del mercado negro incentivan que los criminales violentos entren. Provoca una delincuencia asociada, a menudo muy violenta. Existe un submundo ilegal en el que se da inmigración ilegal, extorsión, tráfico de drogas, falsificación de documentos y delitos económicos que aumentan la delincuencia y la violencia. La legalización ayudaría a luchar contra el resto de actividades.


8) Hace que el sistema de justicia sea más corrupto.

La legalización acabaría con un foco importante de corrupción que aumenta en todos los niveles del Estado debido a la gran cantidad de policías, jueces y demás autoridades que han sido comprados, sobornados o extorsionados por las mafias, creando un gran ambiente de desconfianza por parte de la población hacia el sector público en general.


Consecuencias para el resto de la sociedad:

9) El Estado convierte actividades pacíficas en criminales.

Este punto es importante. Hay que derogar el artículo 188 del Código Penal, que prohíbe el proxenetismo, es decir, el dedicarse a la prostitución como empresario. Prohíbe que se establezcan relaciones laborales entre prostitutas y empresarios. Impide al empresario establecer tratos comerciales entre la prostituta y otra persona, aun con el consentimiento de las mismas. Hay que derogarlo porque hay que reconocer a la prostitución como profesión. Debe tener los mismos derechos laborales que las demás profesiones.

La prostitución se tendría que poder ejercer de forma autónoma o en contrato con algún empresario. Tienen que tener la posibilidad de establecer sus propios negocios.


10) Provoca un aumento de poder y gasto estatal.

Supone un gran recorte de libertades (impuestos, intervenciones, vigilancia) porque una enorme cantidad de recursos van destinados a prohibir y perseguir actividades pacíficas consensuadas en vez de perseguir a los verdaderos criminales y delincuentes.


Hay gente que defiende la legalización sólo por los elevados impuestos que recaudaría el Estado. A mí me parece que ésta sería precisamente una gran razón para no legalizarla. Además está demostrado que incentiva el que muchas prostitutas que ejercen por decisión propia lo hagan en la clandestinidad para no pagar impuestos.

La conclusión es que el Ayuntamiento se ha gastado nuestro dinero (que tanto nos cuesta ganar) en una campaña paranoica que no tendrá ningún tipo de resultado. En la próxima campaña para criminalizar al ciudadano seguramente nos mostrarán al niño negrito africano famélico muriéndose de hambre y dirán que es debido a que hay gente que paga por servicios sexuales.

Aunque yo propondría la siguiente: “Porque te quitamos TÚ dinero, NOS lo podemos gastar en campañitas liberticidas diversas”. ¿Qué tal?

16 de abril de 2008

Sobre la prostitución y ¡Madrid! (I)


En este artículo publicado en asturiasliberal.org explico los motivos por los cuales prostituirse debería ser totalmente legítimo éticamente. Debería ser un derecho humano.

Actualización 1: también se ha publicado en el Instituto Juan de Mariana aunque con el título de "Ética de la prostitución".

Actualización 2: Los dos textos míos sobre la prostitución se han publicado juntos en liberalismo.org con el título Por la legalización de la prostitución.

Si algo caracteriza a los políticos es su hipocresía, su mezquindad, su nula capacidad intelectual y, sobre todo, el absoluto desprecio que tienen a la libertad de las personas.

Los cráneos privilegiados del Ayuntamiento de ¡Madrid! (véase Gallardón y Ana Botella) han tenido la brillantísima idea de empapelar todas las estaciones de metro con una campaña publicitaria en contra de la prostitución que nos dice lo siguiente:

“Tú dinero hace mucho daño. Porque tú pagas, existe la prostitución”.

Todo ello bajo una imagen que muestra un prostíbulo de carretera con el nombre ‘Club Tráfico de armas’ en un caso y ‘Club Explotación de Mujeres’ en otro. En la radio se pueden escuchar cuñas como la siguiente:

"Soy un billete de 50 euros, y he visto muchas cosas… mi dueño es un proxeneta, y ahora estoy con muchos compañeros, porque nos van a cambiar por un kalashnikov... Tu dinero hace mucho daño. Porque tú pagas existe la prostitución"

La idea es culpabilizar al cliente insistiendo que su dinero es la causa de la explotación de la mujer y el tráfico de armas. Mucha demagogia y una memez, qué duda cabe.

En este artículo voy a tratar los motivos por los cuales la práctica de la prostitución es totalmente legítima éticamente. En el siguiente artículo hablaré sobre los efectos que tienen su prohibición e ilegalización.

Veamos. Si se tuviera que resumir todo el liberalismo en una sola idea ésta seria que: cada ser humano es propietario absoluto de sí mismo. Esto significa que cada persona debe ser la única que tome decisiones sobre su vida y sus propiedades, entre ellas su cuerpo.

Las personas, por tanto, pueden mantener relaciones sexuales con quien consideren oportuno siempre que las dos partes estén de acuerdo. Una prostituta es simplemente una persona que intercambia voluntariamente servicios sexuales a cambio de dinero. La palabra clave es ‘voluntariamente’, es decir, que se cumple lo siguiente:

1) La cooperación se basa en el contrato, en donde cada parte le entrega voluntariamente una cosa a alguien.

2) Se basa en la simetría porque las dos personas mantienen una posición de igualdad. No hay niveles ni subordinación.

3) cada uno de los participantes persigue sus propios fines.

El punto (3) es importante porque algunos nos intentan convencer de la necesidad de la ilegalización con el argumento de que la prostituta realmente no quiere hacer ese trabajo y está explotada.

Pero la verdad es que la relación entre prostituta y cliente se establece porque ambos creen subjetivamente que saldrán beneficiados con el intercambio. Un intercambio es económicamente posible solamente entre personas cuyas valoraciones de los bienes y de los medios de intercambio difieren en direcciones opuestas. Cuando existe una desigualdad en las valoraciones subjetivas. Cada uno valora el bien que va a adquirir en mayor grado que el bien que ya posee. Por lo tanto, las dos partes ganan porque, de lo contrario, el acuerdo no tendría sentido y no se efectuaría.

La prostituta, como todos nosotros, ejerce la función empresarial. Persigue un fin que ha descubierto que es importante subjetivamente para ella e intenta encontrar el medio que subjetivamente cree más adecuado para lograr ese fin. Y simultáneamente renuncia a otros fines y medios que considera menos importantes según su escala valorativa de fines. (Es importante señalar el carácter esencialmente subjetivo que tienen los fines, medios y costes.) Ha valorado los pros y los contras de las distintas opciones que se le presentan y se ha decantado por la más atractiva (económicamente o por otros motivos). ¿Por qué no se merece los mismos derechos que las demás profesiones?

Los servicios que presta la prostituta pueden ser a cambio de dinero y/o de otros bienes y servicios. A muchos lo que realmente les molesta es que haya dinero de por medio. Pero, ¿por qué la legitimidad de un acuerdo va a variar dependiendo de si se efectúa con o sin dinero?

Si el intercambio (practicar sexo a cambio de dinero) no viola los derechos de nadie, ¿con qué derecho alguien puede inmiscuirse y prohibir un acuerdo voluntario y libre entre dos personas?

Ninguna opción moral concreta justifica la prohibición y la ilegalización de la prostitución. En este sentido, la posibilidad de prostituirse es un derecho humano. La prostituta tiene todo el derecho de explotar su cuerpo como quiera.

Aviso para moralistas, feministas y demás liberticidas: que sea un derecho no quiere decir que se tenga que ejercer. En ningún momento estoy recomendando a la gente que se prostituya. Simplemente estoy diciendo que es una decisión estrictamente personal que no incumbe a terceros.

Una prostituta no es ninguna víctima. Lo es cuando el Estado ilegaliza la prostitución y la deja sin cobertura ni derechos legales. Y de esto precisamente hablaremos en el siguiente artículo.