24 de febrero de 2009

Mises y la búsqueda de leyes universales que rigen la cooperación social


Me han publicado un artículo en la revista La Escuela Austríaca en el Siglo XXI de la Fundación Hayek con el título:

LUDWIG VON MISES Y LA BÚSQUEDA DE LAS LEYES UNIVERSALES QUE RIGEN LA COOPERACIÓN SOCIAL

Como dice Adrián Ravier (editor) en la presentación de la revista, en mi artículo ofrezco una defensa de la epistemología miseana, al mismo tiempo que presento una fuerte crítica al historicismo, al positivismo y al empirismo metodológico. También explico que para Mises, la sociedad debe organizarse de la forma que es posible organizarla, esto es, de acuerdo a las leyes que rigen la cooperación humana y no en base a cualquier utopía política.

Podéis verlo aquí (de la página 27 a la 32)

Los artículos de la revista son realmente interesantes y recomiendo mucho su lectura. El índice de la revista es el siguiente:

Una Entrevista con Ludwig Lachmann
Richard Ebeling y Gary Short

James M. Buchanan: La Política según un Economista
Adrián O. Ravier

El Mito del Monopolio Natural
Thomas J. DiLorenzo

Ludwig von Mises y la Búsqueda de las Leyes Universales que rigen la Cooperación Social
Juan Morillo Bentué

Los Efectos de la Práctica Democrática
Nicolás Cachanosky

No coloco aquí mi artículo entero debido a su extensión. De todas formas escribo aquí varios fragmentos sueltos, aunque recomiendo su lectura entera (a quien le puedan interesar estos temas…).

La investigación epistemológica de Mises estuvo dirigida a oponerse y combatir a los principales paradigmas que han dominado la ciencia económica: el empirismo, el historicismo y el positivismo.

Hay quienes han expuesto que la metodología de Mises es una construcción para apoyar su pensamiento liberal. Esto es falso. […] Si hay algo que busca Mises por encima de todo es construir una ciencia objetiva, es decir, una ciencia cuyas enseñanzas resulten válidas para todo tipo de actuación, independientemente del fin a que se aspire. Por el contrario, el enfoque político (ya sea liberal, socialista, nacionalista, comunista u otro) posee contenido subjetivo. Desea conseguir una serie de fines.

Para Mises, la sociedad debe organizarse de la forma que es posible organizarla, esto es, de acuerdo a las leyes que rigen la cooperación humana y no como “le plazca a cada uno”.

Mises creía en la existencia de leyes universales que rigen la cooperación social. Éstas son, según Mises, tan válidas, exactas y verdaderas como las de las ciencias naturales. Hay que estudiar las normas rectoras de la acción humana y de la cooperación social “a la manera como el físico examina las que regulan la naturaleza” aunque en el orden social no se da esa regularidad fenomenológica que observamos en el campo del funcionamiento del razonar humano y en el de los fenómenos naturales. Es necesario investigarlas y descubrirlas para que la Praxeología y su rama más desarrollada, la economía, “no sea una disciplina normativa de lo que debe ser”.


9 de febrero de 2009

La imposibilidad de predecir la conducta humana


En este artículo publicado en el IJM hablo de la imposibilidad de predecir la conducta humana, especialmente mediante las corriente de pensamiento que se basan el paradigma estímulo-respuesta.

Existen corrientes de pensamiento en psicología que desean explicar el comportamiento humano en función de los estímulos del medio ambiente ya que consideran que éstos moldean y controlan las acciones de las personas. Plantean que la conducta (y no la mente o la psique) debe ser el objeto de estudio de la psicología porque responde siempre a factores externos al propio individuo, los cuales son observables, visibles, empíricos.

Siguen, por tanto, una línea positivista que valora los hechos en sí mismos, es decir, todo aquello que es medible. Expresan que sólo cabe hacer ciencia de lo observable porque es lo único objetivo. Todo lo demás carece de rigor científico.


En realidad, estas líneas de pensamiento surgieron del intento de desarrollar una psicología objetiva en contraposición a una psicología subjetiva con el objetivo de que la psicología tome carta de naturaleza científica. De esta manera, dicen, la psicología se convertirá en ciencia al eliminar todo aquello que no pueda ser observado y medido “objetivamente”. Entrará en el dominio de la ciencia ya que no solamente se podrá conocer, sino que también se podrá predecir. El objeto de las investigaciones no será el de describir la conducta humana sino formular leyes que permitan predecirla.

Para ello, abordan el estudio de la conducta humana basándose en el paradigma estímulo-respuesta (E-R), en donde el estímulo es cualquier factor externo o cambio en la condición fisiológica del animal, y la respuesta es la reacción o conducta frente a tal estímulo. El método utilizado será la experimentación u observación controlada, es decir, el empleado en de las ciencias naturales.

Aquí nos interesa señalar una de las conclusiones a las que llegan y persiguen: si la conducta puede condicionarse, la psicología podrá predecir y controlar la conducta de la misma forma que ocurre con los objetos de estudio en las demás ciencias naturales. Las actividades humanas podrán ser explicadas si se reconoce la respuesta a un estímulo, como si de una máquina se tratase.

Arguyen que si supiésemos todos los estímulos a los que está sometido una persona, podríamos predecir su comportamiento. Watson, fundador del conductismo, creyó que controlando los estímulos del ambiente se podía incluso moldear el carácter de las personas en la dirección deseada. Basta con cambiar convenientemente esos factores externos para obtener la conducta deseada en un individuo.

El gran error de estas “teorías” que tratan de dotar a la psicología de objetividad es no darse cuenta que: no son los estímulos los que determinan la acción humana y la conducta, sino nuestras creencias, pensamientos y juicios de valor. Dicho de otra manera: es la interpretación que el ser humano da a los estímulos recibidos la que determinará su respuesta. El ser humano no es un agente pasivo al cual el ambiente influye sin que exista reciprocidad.

Las teorías basadas en el paradigma E-R no pueden explicar por qué, dada una determinada situación o estímulo, dos personas pueden actuar de forma distinta. Incluso que una misma persona que se encuentra dos veces ante la misma situación pueda reaccionar de manera distinta aunque se mantengan las condiciones. La Ley del Efecto de Thordike, según la cual cualquier acto que produzca un efecto satisfactorio en una determinada situación tenderá a ser repetido en esa situación, está claramente equivocada y no tiene sentido al querer aplicarla al ser humano.

El paradigma E-R presenta una lógica mecanicista dentro de la cual se le niega al hombre toda su autonomía, toda capacidad de generar sus propias conductas y
toda posibilidad de darle un sentido a su acción.

Y es que si quisiéramos explicar las acciones concretas o la conducta de una persona, deberíamos tener en cuenta toda la historia personal del individuo, es decir, movilizar toda su experiencia anterior.

Y aquí entramos en otro gran error de las teorías del E-R: la tendencia a quedarse en los hechos directamente observables/experimentales (aspiración empírico-positivista). No tienen en cuenta cuestiones que afectan la toma de decisiones pero que no se pueden medir, por lo que establece que el hombre es idéntico a su comportamiento, es decir, que se reduce a meros actos o reacciones estímulo-respuesta.

Caen en un simplismo reduccionista al intentar aprehender la complejidad de toda la conducta reduciéndola a asociaciones (más o menos complejas) de estímulos y respuestas. Reducen la psicología a fisiología al suponer que toda la conducta de los seres vivos puede interpretarse fisiológicamente. También reducen lo psíquico a la conducta ya que convierten a la mente a una especie de caja negra en la cual ciertas nociones como las emociones, la personalidad, los pensamientos, la conciencia, la intuición, las ideas, el yo, los sentimientos, las intenciones, no tienen sentido, cabida ni interés real. No tienen en cuenta que la vida mental del ser humano es un factor de su conducta.

La predicción de las acciones concretas de un individuo no es, por tanto, un “problema tecnológico” ya que hay aspectos que orientan la conducta que nunca podrán ser registrados. No solamente no son tangibles/físicos, sino que el propio individuo sólo es consciente de una minúscula parte de ellos, ya que desde las intuiciones (más o menos correctas) de Freud sabemos que el ser humano no es completamente consciente de lo que le mueve a tomar decisiones y a actuar de una manera concreta (“el yo no es dueño y señor en su propia casa”).

Pero es que aunque la medición de todos los factores que condicionan la acción fuera posible (cosa que a todas luces hemos visto que es imposible), la predicción de la conducta y comportamiento humano seguiría siendo imposible. Y esto es debido a que el hombre actúa en base al conocimiento que tiene en el momento presente de la acción. Pero el conocimiento de las personas varía en el tiempo debido a que aprenden e incrementar su información. La implicación de este hecho es que un individuo no puede predecir su comportamiento en el futuro porque desconoce el conocimiento que tendrá en ese momento. No puede saber cómo actuará en base a un conocimiento que no existe. Desconoce en qué manera variará su conocimiento con respecto al que posee actualmente porque todavía no lo ha adquirido. La posibles causas de nuestras acciones sólo pueden ser explicadas y reconstruidas después de los eventos, de la misma forma que uno sólo puede explicar su conocimiento únicamente después de que lo posee. Así que, aunque pudiéramos conocer todos los estímulos y factores que determinan la acción de una persona en el presente, no podríamos predecir su comportamiento en el futuro porque se basará en un conocimiento/información que variará y se incrementará desde ahora hasta ese momento de una forma que actualmente desconocemos.

En realidad, estas teorías del E-R están basadas en la “psicología” animal (y la psicología infantil), siendo sus métodos procedimientos de éstas en lo capital. Sin embargo, el principio de continuidad física (evolutiva) de los animales al hombre no justifica la extrapolación de la metodología y los resultados de las investigaciones realizados con animales al ser humano. Resulta absurdo y carece de validez científica el tratar de explicar comportamientos humanos tremendamente complejos (lenguaje, moral, sociedad, creación artística) a partir de respuestas simples de animales (por ejemplo, una paloma apretando una palanquita).

Y es que los animales no elaboran teorías e ideas de cómo las cosas son o deberían ser. No interpretan la realidad ni el mundo. No se puede hablar, en definitiva, de procesos de conciencia ni de psicología animal. Es un error forzar e intentar buscar facultades intelectuales del hombre en los animales.

Utilizar la misma metodología para el estudio de animales y seres humanos sería negar esta diferencia entre ellos, y llevaría a tomar el presupuesto ontológico de que el ser humano carece también de procesos de conciencia. Bajo su apariencia de ciencia, su valor experimental no va más allá de un exitoso y ya conocido adiestramiento de animales. La verdad, como dijo Russell, es que “de estos puntos de vista sólo ha surgido sabiduría animal”.