25 de septiembre de 2009

Obama y las hijas de ZP. Sin comentarios...

sdf
Algún insensible ha insinuado que la fotografía guarda relación con la Familia Adams. Desde luego, hay que ser antipatriota!!

Bueno, muestro la fotografía ya que parece que
Zapatero se ha enfadado y tiene intención de censurarlas. Claro que uno se pregunta cómo pretende salvaguardar la intimidad de sus hijas llevándolas a un viaje oficial...

Ah, se me olvidaba el comentario liberal. Adivinanza: ¿con qué dinero ha pagado Zapatero el viaje de sus nenas?


Actualización: spartan me recomienda un video en los comentarios. Vaya diferencia entre los asesores de Obama y los de nuestro Zapaterito Prodigioso...

(clicar encima de la foto para verla ampliada... merece la pena)




















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sdf

21 de septiembre de 2009

La prostitución en las calles


Publicado en el Instituto Juan de Mariana.

La prostitución vuelve a ser noticia después de la publicación de fotografías en las que se observa la práctica explícita de la prostitución en plena vía pública en la zona de la Boqueria en el Raval de Barcelona. En ellas se puede ver a jóvenes mujeres inmigrantes manteniendo sexo con clientes.

Como los gobiernos legislan a golpe de titular, han tenido que ponerse a pensar sobre el tema, llegando a una montaña burocrática de propuestas arbitrarias (algunas verdaderamente ridículas) para esconder y difuminar el problema. Evidentemente, la experiencia nos hace pensar que no arreglarán absolutamente nada.

Desde mi punto de vista, la solución pasa por dos cuestiones: la legalización de la prostitución y la clara definición de la titularidad de las calles.

Primeramente, la prostitución debe ser aceptada como una profesión y debe ser legalizada. Una prostituta es simplemente una persona que intercambia voluntariamente servicios sexuales a cambio de dinero. La relación entre prostituta y cliente se establece porque ambos creen subjetivamente que saldrán beneficiados con el intercambio. Si el intercambio (practicar sexo a cambio de dinero) no viola los derechos de nadie, nadie tiene derecho a inmiscuirse y prohibir por la fuerza un acuerdo voluntario y libre entre dos personas.

Es totalmente legítimo que las personas mantengan relaciones sexuales con quien consideren oportuno siempre que las dos partes estén de acuerdo. Ninguna opción moral concreta puede utilizarse para justificar la prohibición y la ilegalización de la prostitución. En este sentido, la posibilidad de prostituirse es un derecho humano independientemente de si lo consideramos indeseable desde el punto de vista moral. La prostituta tiene todo el derecho de explotar su cuerpo como quiera. Si el Estado prohíbe la prostitución está convirtiendo actividades pacíficas en criminales.

Por otro lado, la prohibición nunca ha conseguido que la prostitución cese. Lo único que ha hecho ha sido desprotegerlas porque las ha dejado sin derechos (ni obligaciones), además de obligarlas a trabajar en malas condiciones de seguridad, limpieza, higiene y tranquilidad. Sobre la necesidad de legalizar la prostitución y las consecuencias de su prohibición hablé
más en detalle en otro artículo.

En cuanto a la prostitución en las calles, lo primero que conviene señalar es que es discutible que a las calles sólo se les deba dar el uso transitar por ellas y no otros posibles usos como pueden ser el de comerciar, mendigar, vivir, prostituirse, hacer grafittis o colgar carteles. Esto es así porque la sociedad no es un bloque compacto homogéneo, sino que las personas tienen distintos gustos y preferencias dependiendo de sus valores morales.

El problema surge porque estamos hablando de un bien cuya utilización/consumo es compartido por muchas personas. En el caso concreto de la prostitución, habrá gente que considere su práctica en la calle como una cosa normal y corriente, mientras que habrá otros que lo considerarán degradante y no desearán pasear con sus hijos (o sin ellos) por calles en las que se puedan ver prostitutas.

Ante esta situación, creo que el debate que surge está mal planteado. Normalmente la discusión gira en torno a la moralidad o no de la práctica de la prostitución. ¿Debe prohibirse del todo? ¿Debe permitirse pero no en la calle? ¿Sólo en lugares determinados? Pese a ser cuestiones importantes que se plantean automáticamente, en mi opinión son secundarias de cara a solucionar el problema, ya que el debate debería estar dirigido a reflexionar sobre la titularidad de las calles. Todas las preguntas anteriores se resuelven al tratarse este aspecto, ya que el titular será quién imponga las reglas y normas morales que han de cumplirse.

Pues bien, ¿de quién son los bienes públicos? ¿A quién pertenecen (realmente)? Aunque parezca que nos pertenece a todos los ciudadanos y que, por tanto, no hay propietarios reconocibles, en realidad sí que los hay: el gobierno (o ayuntamiento). Los gobiernos son los que deciden los usos de las calles. A efectos prácticos son los verdaderos dueños y propietarios, pese a que se denomine a esos bienes “públicos” o “colectivos” para dar la sensación de que tenemos la posibilidad de influir en las decisiones.

Lo que suele suceder en estas ocasiones es que el gobierno asume un rol totalmente pasivo hasta que se forma un conflicto o problema social. Y en ese momento decide actuar. Pero si ya hemos comentado que existen infinidad de diversas preferencias en la sociedad, ¿en base a qué criterios va a actuar?

No solamente su actuación es arbitraria, sino que está guiada y comandada por los grupos de presión. La decisión no es colectiva, no la toman los ciudadanos, sino que la toman grupúsculos de presión, que son pequeños en número pero muy organizados que ejercen presión sobre los políticos. Los distintos grupos intentar presionar para imponer su moral particular. Unos estarán a favor de la legalización y otros totalmente en contra; unos desearán que se pueda ejercer en la calle y otros en lugares apartados. En cualquier caso, su poder e influencia decantarán las acciones de los gobernantes. Y el ciudadano, inconsciente de este hecho, se sitúa (aunque no quiera) del lado de alguno de ellos.

La realidad es que no es posible determinar a priori los usos que se les dará a las calles si no son de titularidad privada, es decir, si no tienen un dueño claro y reconocible. La titularidad privada podría recaer en una comunidad de vecinos, personas individuales, empresas o asociaciones de comerciantes, entre otros.

La solución pasa por establecer derechos de propiedad claros que permitan evitar y solucionar conflictos entre las personas, y dejar que los procesos de mercado, espontánea y evolutivamente, acaben estableciendo qué opciones son las preferidas por un grupo de personas. De esa manera, los propietarios de la calle podrán decidir si se puede ejercer la prostitución, si no se puede ejercer en absoluto, o si solamente se puede ejercer en unas determinadas zonas.

Esta es la única manera de averiguar realmente cuál es el fin más adecuado que los propietarios creen que debe tener un bien (en este caso, las calles). Es la única posibilidad de conciliar pacíficamente distintas subjetividades. Mientras siga sin realizarse mediante este proceso, la decisión será política, es decir, coactiva y arbitraria. Y los problemas persistirán aunque se intenten enmascarar o tapar.

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16 de septiembre de 2009

Telma Ortiz “La Cooperante”: borboneando, que es gerundio


Sobre el nombramiento "a dedo" de Telma Ortiz en el Ayuntamiento de Barcelona. Publicado en Asturias Liberal y Aragón Liberal.

Uno no gana para sustos déspotas y totalitarios. De una de éstas no saldremos, para qué engañarnos. Hete aquí que Telma Ortiz, hermana de la princesa Leti, se incorpora al Ayuntamiento de Barcelona como subdirectora del Proyecto del Departamento de Relaciones Internacionales con el objetivo de fortalecer los vínculos de Barcelona con Asia y el área del Pacífico.

Lo primero que uno piensa es de dónde debe provenir la utilidad de que Barcelona tenga un departamento de relaciones internacionales. La verdad es que es difícil ver el interés de tener pseudo-embajadas barcelonesas esparcidas por todo el mundo (hasta ahora en países iberoamericanos; algunos africanos como Guinea, Sahara y Etiopía; y europeos como Bosnia y especialmente Sarajevo).

Lo lógico sería que, en tiempos de crisis, la Administración rebajase sus costes/gastos y aligerase su estructura para que el dinero destinado a esos proyectos se quedase en los bolsillos de los contribuyentes. Y, sin embargo, lo que se lleva a cabo es una ampliación del arco de países beneficiarios, ya que Asia nunca fue objetivo de ese departamento.

El puesto que ocupará Telma Ortiz es, por tanto, un cargo de nueva creación ya que no existía previamente en el Consistorio. Josep Roca, director del Área Internacional la ha fichado sin concurso. La remuneración de esta categoría profesional puede oscilar entre 20.649 y 62.699 euros. Los puestos de subdirector en las administraciones públicas son puestos de nivel 30, de los más altos de la Administración, reservados a funcionarios de categoría superior y amplia calificación y experiencia.

Lo condenable de la situación es que ha sido nombrada “a dedo”, es decir, que no ha accedido a la función mediante los controles oportunos. No ha superado ninguna prueba, examen u oposición. De hecho, parece ser que se presentó a las oposiciones de AECI (Agencia Española de Cooperación Internacional), dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, y no solamente no aprobó, sino que su clasificación fue considerablemente baja. A esto hay que añadirle el hecho de que es dudoso que reúna todos los requisitos para acceder al puesto público, como por ejemplo, el nivel C de catalán.

Es fácil concluir que se le ha nombrado por ser quién es, es decir, un miembro de la Familia Real. Vamos, es lo que se suele denominar coloquialmente un “enchufe”. Lo cual constituye un insulto monumental a todos los opositores del país, además de suponer una desigualdad ante la ley y una falta de respeto a todos los ciudadanos.

Si la chica tiene capacidad o no para desempeñar el cargo es otra cuestión. La verdad es que dicen que es una chica con unas capacidades limitadas y una trayectoria mediocre hasta que su hermana se convirtió en princesa. De todas formas, si tantas cualidades y capacidades tiene La Gran Cooperante, ¿por qué no se ha interesado en ella ninguna ONG, fundación o empresa privada?

Lo que no se entiende es como el Rey, consciente de que un miembro de la Familia Real no puede ostentar cargos públicos ni inscribirse en un partido político, no la haya colocado en una empresa privada en vez de una pública.

Y es que el Rey tiene una evidente responsabilidad en todo esto: o bien ha influido directamente en que se coloque a la hermana de Leti en el puesto, o bien no impide que esta señorita acceda a un puesto público aprovechándose de sus vínculos con la Casa Real.

En cualquiera de los dos casos, permite que se imponga el privilegio por delante del mérito, lo cual significa que está consistiendo que se beneficie a unos españoles y se perjudique a otros. Está promoviendo la desigualdad entre los españoles directa o indirectamente. Y esto conlleva un descrédito grave para la Familia Real.

No creo que la institución de la Monarquía quede muy bien parada. Este tipo de sucesos lamentables constituyen una de las mejores campañas anti-monarquía. Uno no puede dejar de preguntarse qué clase de asesores tiene la monarquía española. ¿Qué ejemplo constituye la Monarquía para los españoles en este momento? No quiero entrar aquí en el eterno debate de monarquía o república. Quizás en otro momento. Lo que quiero señalar, y de lo que estoy totalmente seguro, es que la institución de la monarquía se resiente fuertemente cuando surgen este tipo de hechos.

Y es justo que así sea. Es justo que quien promueva, apoye o no haga nada para evitar la injusticia y la desigualdad, caiga en descrédito y su popularidad se desplome. Ya se trate de políticos, monarcas o presidentes de repúblicas.

En este sentido, el creciente empeño que tiene la Monarquía española de acabar en un museo tampoco nos va mal a los liberales, ya que revela que la verdadera naturaleza de los dirigentes no es la de seres angelicales cuyo único fin en la vida es preocuparse de nuestro bienestar, nuestra autorrealización y nuestra felicidad.

Aunque, en realidad, es lógico pensar que los más felices con estos acontecimientos son los republicanos, que ven como con este nombramiento “a dedo” cae el prestigio que había conseguido la Monarquía durante tantos años. Y es que para bien o para mal, tanto si nos gusta o no, creo que la III República está un poco más cerca.

1 de septiembre de 2009

Más quiebras y menos bancos centrales


En este artículo publicado en Tribuna Libre de Libertad Digital hablo sobre como los bancos centrales han causado la crisis mediante la manipulación arbitraria de los tipos de interés y, además, no han permitido que los procesos de mercado depuren y eliminan las malas prácticas bancarias.

A estas alturas de la crisis financiera actual parece imposible negar la (mala) influencia que han tenido las autoridades monetarias en el desencadenamiento y prolongación de la misma. Por un lado, los bancos centrales han dado comienzo a la crisis mediante la manipulación arbitraria de los tipos de interés, y por otro, no han permitido que los procesos de mercado depuren y eliminan las malas prácticas bancarias que llevaron a cabo, como veremos a continuación.

Tipos de interés e insolvencia bancaria

Los bancos centrales, al reducir los tipos de forma arbitraria, fomentaron que los bancos fuesen más flexibles y proclives a conceder créditos ya que, en última instancia, se encontraban respaldados por ellos. Esta reducción de tipos hizo que los empresarios viesen como rentables negocios que, en realidad, no lo eran. Emprendieron nuevos proyectos de inversión más largos, contratando a trabajadores y comprando bienes de capital.

Se les indujo a actuar como si el ahorro de la sociedad se hubiera incrementado, cuando se trataba de dinero inflacionario que habían creado artificialmente gobiernos y bancos. En un determinado momento, los empresarios comprobaron que se habían equivocado a la hora de invertir.

Principalmente, se dieron cuenta de sus malas inversiones al observar los grandes beneficios que estaban obteniendo las industrias de bienes de consumo. El consumo de bienes de primer orden (bienes de consumo) de la sociedad había aumentado tanto que no se liberaban los recursos necesarios para concluir esos proyectos iniciados.

Concluyeron, por tanto, que había sido un error el llevar recursos productivos del consumo hacia las industrias de bienes de capital. Por tanto, vemos cómo los gobiernos y los bancos centrales han tenido una influencia directa en esta crisis, al hacer que los empresarios reciban señales falsas y que las entidades de crédito extiendan el crédito sin respaldo de ahorro voluntario.

Este proceso ha terminado en malas inversiones, iliquidez e insolvencias. El problema que se presenta actualmente a los bancos es de insolvencia (y no de liquidez), ya que son incapaces de hacer frente a sus deudas. El valor de éstas, está muy por encima del valor de sus activos (que están inflados).

La mala práctica bancaria: el descalce de plazos

En su momento, las entidades de crédito se aprovecharon de los bajos tipos de interés para adquirir deuda a corto plazo para invertir a largo. Pues bien, las crisis financieras se producen por llevar a cabo esta mala práctica bancaria: el descalce de vencimientos o de plazos (maturity mismatch). Es una práctica muy habitual y característica de la banca actual. De hecho, podríamos afirmar que las entidades de crédito son instituciones que se dedican a la transformación de plazos.

El descalce de vencimientos supone un desequilibrio temporal, ya que las entidades de crédito invierten a largo plazo con deuda a muy corto plazo. Por ejemplo, se produce cuando una entidad se financia con depósitos, préstamos o pagarés para financiar sus activos invertidos a muy largo plazo (cartera de hipotecas a 25 años).

Es decir, decimos que un banco padece un descalce de vencimientos cuando el plazo de los instrumentos (o valores) con el que se financia es diferente al plazo de los préstamos (o activos) en los que ha invertido. Lo ideal y conveniente sería que los activos y pasivos casasen o, lo que es lo mismo, que las inversiones a largo plazo se financiasen con fondos a largo plazo.

Los maturity mismatches tienen varios riesgos. El primero de ellos es que se produzca una situación en la que el tipo de interés de sus depósitos suba enormemente (por lo que la financiación se encarece), pero el tipo de interés de sus activos o préstamos no cambie por tratarse de instrumentos a largo plazo. En este caso, las entidades no podrían modificar los préstamos hipotecarios que han concedido (como sucedió a las Savings & Loans Associations norteamericanos en los años 80).

Otro riesgo del descalce de vencimientos es que los bancos no puedan renovar los depósitos a largo plazo, y no puedan vender los activos en los que invirtió. Sin embargo, las entidades de crédito consideran que este riesgo no es importante porque los depósitos están garantizados (hasta cierto punto) por el Fondo de Garantía de Depósitos, y porque pueden recurrir al Banco Central para obtener financiación a corto plazo.

La banca central, prestamista de última instancia

Y he aquí el principal motivo de la persistencia de estas malas prácticas bancarias: la posibilidad de recibir financiación de los Bancos Centrales. Esto es así porque los bancos centrales actúan como "prestamistas de última instancia" de los bancos comerciales y otras instituciones financieras.

La justificación de esta función es proveer liquidez a los bancos en problemas para impedir el contagio entre bancos y evitar los pánicos bancarios generalizados. De esta manera, según se dice, se frenarían las crisis sistémicas en el sector bancario.

Ya durante los años 90 las intervenciones de los bancos centrales con el objeto de evitar la quiebra de entidades financieras y garantizar la estabilidad del sistema financiero se multiplicaron pero, en cualquier caso, los fenómenos acontecidos en la crisis actual han dejado patente la total incapacidad de los bancos centrales (y los gobiernos) de hacer frente a una crisis financiera generalizada.

La intervención de los bancos centrales dificulta e impide la depuración de errores que se llevaría a cabo dejando actuar a los procesos de mercado. Y es que los bancos comerciales incurren en riesgos excesivos, ya que esperan y confían ser rescatados por el Banco Central en caso de necesidad.

Y este "riesgo moral" se refiere tanto a los bancos como a los depositantes, ya que ambos tomarán más riesgos de los que asumirían en caso de no existir la posibilidad de ser rescatados en situaciones adversas por parte del Banco Central.

Desde luego, no parece muy conveniente ayudar a los bancos cuyos problemas surgieron de una conducta poco prudente. Si un banco tiene problemas de liquidez, debe acudir al interbancario (que no deja de ser un seguro del mercado). Un banco claramente solvente que experimenta problemas de liquidez puede obtener créditos en el mercado interbancario. De ahí deducimos que si un banco no consigue créditos en el interbancario, significa que no solamente es ilíquido sino que, además, es insolvente.

Pues bien, curiosamente, la función del prestamista de última instancia es apoyar a los bancos que se encuentran en esta situación de clara insolvencia. Es decir, ¡su función es prestar a quienes nadie más quiere prestar! Y, evidentemente, el Banco Central se enfrentará a pérdidas, ya que es poco probable que preste contra activos de buena calidad.

El papel de las quiebras en un mercado libre

Sencillamente, los bancos insolventes que no conseguirían créditos deberían tender a desaparecer. Las quiebras son un punto principal en el funcionamiento de una economía de libre mercado. Cuando un banco se encuentra en un proceso de quiebra, los activos que están en posesión del deudor deberían ser repartidos entre sus acreedores (depositantes a largo plazo).

Si el banco llega a la fase final del proceso de quiebra significa que ha fracasado en el mercado, es decir, que el banco no es capaz de encontrar proyectos capaces de conseguir financiación ni créditos para saldar sus deudas.

Éste es el único mecanismo para que los individuos no corran más riesgos en sus actividades económicas y las malas prácticas se depuren o eliminen. Si este mecanismo de cierre/quiebra se dificulta o se bloquea por parte del Estado, continuarán existiendo estos bancos ineficientes en el aparato productivo de la sociedad, y se incentivaría el otorgamiento temerario de créditos a la vez que se fomentaría el surgimiento de nuevas crisis financieras.

Prudencia en ausencia de bancos centrales

Si se eliminasen los préstamos y rescates bancarios por parte de los bancos centrales y los gobiernos, los bancos actuarían de forma más prudente y responsable. En un mercado libre sería importante ofrecer garantías. Veamos los casos de las reservas y los riesgos de incumplimiento de pagos.

Las reservas: como hemos visto, el negocio de las entidades de crédito reside en prestar lo que reciben cobrando intereses. En este sentido, les interesaría prestar todos los depósitos que reciben, ya que el mantener reservas no genera ingresos. Sin embargo, deben tener reservas para hacer frente a posibles retiros de los depositantes.

Si las autoridades monetarias no acudiesen en su ayuda con préstamos masivos, los bancos se asegurarían de tener el efectivo suficiente para pagar a sus depositantes en caso de darse un retiro de depósitos, ya que de no ser así se enfrentarían a la posibilidad de cerrar o tener que pagar los costes asociados al retiro inesperado de depósitos. Estos costes vendrían de tener que cancelar créditos, vender una parte de sus valores privados, vender préstamos o pedir prestado a otros bancos (o instituciones).

Incumplimiento de pagos: en ausencia de bancos centrales, los bancos seguirían tratando de encontrar clientes que pagasen tasas de interés altas, pero prestarían mucha atención a su solvencia . Minimizarían el riesgo de incumplimiento de pagos, ya que adquirirían activos seguros. Vigilarían mucho más a quién se le concede un préstamo.

Conclusión

La intervención monetaria directa e indirecta de las autoridades monetarias en los mercados financieros ha propiciado la actual crisis económica. Directamente, mediante la manipulación de los tipos de interés. Indirectamente, fomentando las malas prácticas bancarias y evitando su depuración.

La supresión de las intervenciones monetarias por parte de los bancos centrales, así como la eliminación de los privilegios públicos que los gobiernos dan a las entidades de crédito, constituyen un requisito imprescindible para disminuir el número e intensidad de las crisis financieras y conseguir una estabilidad en el sistema financiero internacional.