6 de abril de 2009

La insolvencia no se soluciona con liquidez y nacionalizaciones


En este artículo publicado en el Instituto Juan de Mariana comento que el problema de los bancos es de insolvencia y no de liquidez, por lo que es un error inyectarles más dinero y/o nacionalizarlos.

Los principales gobiernos del mundo encabezados por EEUU son conscientes de la magnitud de la crisis económica que sufrimos (la peor desde la Gran Depresión según Roubini y otros analistas destacados) y buscan desesperadamente remedios con el objetivo de aplacarla. Para hacer frente a la escasez de concesión de créditos a las familias y empresas, han tomado básicamente dos medidas: seguir inyectando liquidez y nacionalizar bancos (parcial o totalmente). Pero la aplicación de estas “soluciones” no ha aliviado la crisis en absoluto.

La primera de las medidas que implementaron fue la reducción de los tipos de interés para que se produjesen nuevas expansiones crediticias en la economía y los activos de los bancos volviesen a subir de precio. Esta es, por ejemplo, la política monetaria que ha llevado a cabo la
Reserva Federal, mediante inyecciones masivas de liquidez y bajando los tipos de interés casi al 0%. Sin embargo, el problema que se les presenta a los bancos no es de liquidez, sino de insolvencia. Es decir, no es que no puedan conseguir financiación para mejorar su flujo de caja, sino que el valor de sus deudas está muy por encima al valor de sus activos. En su momento, las entidades de crédito se aprovecharon de los bajos tipos de interés para adquirir deuda a corto plazo para invertir a largo (hipotecas). Ahora los bancos son insolventes porque no pueden hacer frente a sus deudas, y eso no se soluciona con liquidez, sino liquidando malas inversiones. Bajar los tipos de interés no es la solución a un problema de insolvencia, ya que un banco quebrado no va a prestar el dinero que reciba, sino intentar saldar su deuda.

Al ver que la reducción de tipos no ha sido un buen instrumento para reactivar el consumo y el crédito, la siguiente medida que están tomando los gobiernos es nacionalizar los bancos (parcial o totalmente) al ver que hay bancos en riesgo de quiebra (
cientos de pequeños bancos en EEUU). Es decir, adquirir activos inflados a los bancos para que se recapitalicen y concedan prestamos. Sin embargo, esto significa no entender el motivo por el cual se ha producido esta crisis coyuntural. En efecto, los bancos centrales, al reducir los tipos de interés de forma artificial y arbitraria, fomentaron que los bancos fuesen más flexibles y proclives a conceder créditos ya que se encontraban respaldados por ellos. Esta reducción de tipos hizo que apareciesen rentables negocios que en realidad no lo eran. Se indujo a actuar como si el ahorro de la sociedad se hubiese incrementado, cuando la realidad se trata de dinero inflacionario que han creado artificialmente gobiernos y bancos. Ahora que se han puesto de manifiesto los errores cometidos, es necesario un reajuste en la estructura productiva. Hay que liquidar los proyectos de inversión no rentables emprendidos y trasladar mano de obra y recursos productivos hacia sectores que los consumidores demanden más. Y eso sólo se efectúa mediante el ahorro voluntario de la sociedad, ya que únicamente a partir del ahorro puede surgir el crédito. Cuando los estados evitan que se liquiden las malas inversiones y aprueban planes de rescate como el del presidente Obama (838.000 millones de dólares), están consumiendo este ahorro voluntario de los ciudadanos, por lo que están agravando y alargando la crisis. En el caso de EEUU, esto puede acabar con el colapso del dólar y todo el sistema monetario. Como señaló el profesor Fekete, los activos tóxicos deberían ser liquidados inmediatamente y su titulización cancelada.

Por consiguiente, los gobiernos no deben incrementar artificialmente el crédito ni adquirir los activos tóxicos de los bancos técnicamente quebrados, sino llevar a cabo políticas que favorezcan el ahorro de los ciudadanos para financiar la recuperación económica. Y esto no se consigue mediante planes de
estímulo, sino dejando que los bancos insolventes quiebren, reduciendo notablemente el gasto público, dejando de emitir deuda pública, disminuyendo los impuestos, y permitiendo que los precios de los activos inflados se ajusten.

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