29 de junio de 2009

Nacionalismo liberal en Cataluña: ¿realidad o mascarada?


En este artículo publicado en el IJM, me pregunto si existe un nacionalismo liberal en Cataluña y explico las ideas que debería aceptar todo aquel que se autodenomine liberal.

Es posible leer y oír en medios de comunicación a personas que pertenecen (o están vinculados) a grupos nacionalistas catalanes (CIU, ERC) que aseguran mantener posturas liberales, y que incluso se definen como tales. Ante esto, cabe preguntarse si verdaderamente se está gestando una masa crítica de nacionalistas liberales en Cataluña, lo cual sería bueno y deseable desde mi punto de vista. Será necesario someter a estudio su ideario para ver si coincide con los postulados básicos del liberalismo. Comprobar, en definitiva, si defienden la mayoría de las ideas liberales o sólo aquellas que apoyen sus tesis nacionalistas. Para ello, mi intención es comentar los conceptos que creo que deberían ser aceptados por todo aquel que se considere defensor del individuo para que puedan ser aplicados al caso catalán.

Empecemos por el derecho a la autodeterminación. Pese a que es una postura que genera controversia, la secesión forma parte del pensamiento liberal. El liberal está (o debería estar) a favor del derecho a la secesión, es decir, a que una parte de los ciudadanos de un territorio decidan (libremente), mediante plebiscito, separarse del Estado del que hasta ahora forman parte. Para ser exactos, de lo que se estaría a favor es de hacer posible que los individuos se organicen políticamente de forma libre. Son los individuos, y no un ente colectivo, quienes deben decidir si pertenecen o no a un determinado Estado. En este sentido, una hipotética secesión de Cataluña debería ser contemplada como legítima, al menos a priori.

Lo cual no significa que la nación resultante vaya a regirse por principios liberales. Nada nos asegura que la parte secesionada vaya a ser más próspera económica y socialmente. Dependerá, en cada caso concreto, del rumbo de las políticas del nuevo Gobierno regional. Si bien es cierto que el reducido tamaño puede inducir a la moderación y a la limitación gubernamental debido a la "competencia política", tampoco existe una relación clara entre dimensión territorial y libertad económica (ver la diferencia entre Suiza y Albania). Efectivamente, un país pequeño debe competir con los demás por el capital y el trabajo, por lo que debe evitar que estos factores se desplacen y emigren hacia otros estados. Si la nueva nación secesionada desea prosperar, deberá imitar las prácticas de las sociedades más prósperas y avanzadas, es decir, deberá procurar que la intromisión en las economías y vidas particulares sea lo más reducida posible. En este sentido, la competencia política podría convertirse en un instrumento limitador (incluso más efectivo que las constituciones). Pero como hemos dicho antes, habrá que estudiar el caso concreto para comprobar si la secesión ha supuesto una mejora o un retroceso para sus ciudadanos.

Sin embargo, para los liberales el derecho de autodeterminación de las naciones no es un punto de partida, sino una consecuencia o deducción lógica de la máxima pretensión liberal: la autodeterminación del individuo. Es decir, que si fuera posible darle el derecho de autodeterminación a cada individuo, se le debería conceder automáticamente. El compromiso del liberal no es con una nación, sino con el individuo. De este hecho se extraen varias implicaciones que podríamos aplicar al caso de Cataluña.

La primera es que, en el caso de secesionarse una región, ésta no podría ejercer la violencia y la coacción para evitar que otros grupos minoritarios pudieran a su vez separarse. Se debería permitir, por tanto, la independencia dentro de la propia Cataluña. Significa esto, que si los ciudadanos de Barcelona quisieran independizarse de Cataluña, deberían poderlo hacer.

Una segunda implicación sería que un Estado no puede querer anexionarse otra región o nación sin el consentimiento de sus habitantes. Lo cual significa que, desde una perspectiva liberal, es inadecuado e inmoral hablar de la existencia y unión de los Països Catalans, ya que los habitantes de estos territorios no han mostrado expresamente su deseo de articularse políticamente con Cataluña (sino todo lo contrario). Querer anexionarse las Islas Baleares, Andorra, la Comunidad Valenciana, el Rosellón, la Franja de Aragón, la ciudad sarda de Alguer y la pequeña comarca murciana de El Carche supondría desconocer y violar el principio de autodeterminación.

Otra deducción lógica del principio de autodeterminación del individuo sería que el ciudadano debe poder elegir la lengua en la que expresarse y comunicarse con los demás. Debe existir, por tanto, liberalización lingüística. El liberal estará en contra de la imposición estatal de las lenguas, es decir, a que el Gobierno obligue a los ciudadanos a utilizar una determinada lengua ya sea en la educación, en su negocio o en cualquier otro ámbito. También debería ser considerado un ataque a las libertades individuales las subvenciones que directamente busquen favorecer una determinada lengua con respecto a las demás lenguas oficiales.

Relacionado con éste, está la libertad de educación. Una persona que se considere liberal deberá creer firmemente en una educación libre de intervenciones estatales que determinen qué asignaturas se deben cursar, en qué lengua deben darse y el contenido concreto de las mismas. Hay que oponerse a la regulación política de la enseñanza para que no acabe siendo un instrumento al servicio de los gobernantes.

Por último, también hay que señalar otras implicaciones (especialmente importantes en los tiempos actuales de crisis) que deberían ser asumidas por todo aquel que se autodenomine liberal: la eliminación de las intervenciones estatales en la economía, la disminución de los impuestos y del gasto público, la supresión de políticas expansionistas por parte de los bancos centrales y el cese de las emisiones de deuda pública, entre otros.

Es relativamente sencillo, entonces, determinar si existe un movimiento nacionalista liberal en Cataluña. Si comparten la inmensa mayoría de estos principios básicos que hemos señalado, su existencia será una (grata) realidad. Serán liberales, porque defienden al individuo ante todo. Entienden que el individuo está por encima de cualquier misticismo colectivista. Si por el contrario, no son capaces de hacer suyas las ideas expuestas anteriormente, será verdaderamente difícil hablar de nacionalistas liberales. Por tanto, habrá que resignarse y concluir que no son una realidad, sino una mascarada. Una mascarada nacionalista contra el individuo.

3 de junio de 2009

El error de las ayudas al sector del automóvil


En este artículo publicado en el Instituto Juan de Mariana explico las razones por las que creo que las ayudas y subvenciones directas al sector del automóvil serán contraproducentes.

El sector del automóvil está sufriendo un fuerte frenazo. Considerado por muchos analistas como la columna vertebral de la industria española, este sector significa el 8,5 % del PIB, el 25% de las exportaciones y alrededor del 8% del empleo a nivel industrial. Ante este gris panorama, el Gobierno español ha decidido acudir al rescate del sector, como era de esperar.

Cuando un Gobierno decide proteger o fomentar un determinado sector de la economía, lo puede hacer de distintas formas: estableciendo precios máximos o mínimos, imponiendo aranceles o mediante subvenciones, entre otras. En el caso español, Zapatero ha apostado por solucionar la situación del sector automovilístico mediante ayudas y subvenciones directas, argumentando que la caída de este sector arrastraría a otros muchos sectores y, por tanto, a toda la economía del país. Mediante el plan2000E se promete una subvención de hasta 2000 euros para la adquisición de un automóvil: 500 euros los aportaría el gobierno central, 1000 euros los fabricantes y 500 euros las comunidades autónomas que lo deseen.

Es cierto que la crisis de un sector como el automovilístico es perjudicial para la economía española. Pero lo que no está tan claro es que las medidas que ha propuesto el Gobierno socialista sean convenientes. Bajo mi punto de vista, no sólo no van a constituir ninguna ayuda para los ciudadanos, sino que estas medidas de intervención van a producir unos efectos contrarios de aquellos que se pretendía lograr, como expondré a continuación.

Veamos. ¿Por qué se ha visto especialmente afectado el sector del automóvil por la crisis económica? La razón es que durante una crisis económica, los individuos suelen reducir su consumo, ya sea ahorrando o atesorando. Esto sucede principalmente por dos motivos. El primer motivo es que se encuentran en una situación de incertidumbre respecto a sus futuros ingresos económicos. No saben si perderán su trabajo (si es que no lo han perdido ya), por lo que reducen su consumo para prevenir y anticipar momentos difíciles. Los primeros bienes y servicios que se resienten son los que los individuos consideran "un lujo", como es el caso de los automóviles, el turismo o el ladrillo. Estos gastos, como es lógico, se aparcan hasta que la situación económica sea más favorable y certera. Un segundo motivo por el que los individuos reducen su consumo es que observan como los precios de algunos bienes y servicios han disminuido y perciben que continuarán descendiendo en el futuro, por lo que deciden retrasar su consumo para hacerse con ellos a un menor precio en el futuro. Finalmente, a todo esto hay que unirle la dificultad de acceder al crédito (debido a la insolvencia de los bancos), cosa fundamental para la adquisición de un coche.

Ya solamente por esto que acabamos de exponer las ayudas al automóvil no funcionarán, porque como es obvio, alguien que está en paro (o cree que puede estarlo) no va a poder realizar una inversión en un coche simplemente porque rebajen su precio dos mil euros (en el mejor de los casos).

Pero es que además, las subvenciones al automóvil significan la transferencia de renta de los contribuyentes hacia ese sector. Todo lo que pierdan los ciudadanos será lo que gane el sector del automóvil. Es sencillamente un sistema de suma cero: todo lo que se les extrae a unos lo reciben los otros. Y esto significa que se transfiere riqueza coactivamente de unos sectores a otros de la economía, porque los ciudadanos no podrán gastarse el dinero que se les extrae vía impuestos en otras industrias, y éstas no obtendrán los ingresos que hubiesen tenido. El resto de industrias deberán disminuir sus ventas y restringir su producción para que se ayude y rescate al sector automovilístico. Los recursos, por tanto, no se asignarán eficientemente, ya que capital y mano de obra se trasladan a unas líneas de producción que en realidad no están siendo demandadas por la sociedad.

Se suele argumentar que hay que subvencionar directamente a la industria del automóvil porque si no dejará a muchos trabajadores en el paro en tiempos de crisis. Pero desgraciadamente para todos, es inevitable que haya desempleo en el sector. En su momento las empresas automovilísticas decidieron emprender nuevos proyectos de inversión animados por un aumento en la demanda provocada por las políticas de dinero barato orquestadas por los bancos centrales. Actualmente se han puesto de manifiesto estas malas inversiones, por lo que hay un exceso de recursos y mano de obra en ese sector debido a que los costes en que incurrieron las empresas no están realmente respaldados por ninguna demanda. La única forma de tratar esta situación de crisis es facilitar que los recursos y la mano de obra se trasladen a otros sectores más eficientes, rentables y competitivos.

Por tanto, la forma de luchar contra el desempleo en la industria del automóvil no es mediante subvenciones destinadas a intentar que las empresas conserven sus plantillas a toda costa (si no se quiere que las empresas quiebren o se vayan del país). Esto sólo significaría malgastar el ahorro de los ciudadanos, cuando lo que habría que hacer es favorecerlo, para que lo que se ahorra en bienes de consumo se invierta en bienes de producción.

La conclusión de las ayudas gubernamentales al automóvil es que, no sólo están beneficiando a un grupo a expensas de los demás, sino que están perjudicando a toda la economía del país porque se crea menos riqueza de la que se hubiera creado. No se puede querer solucionar un problema olvidando las reglas básicas de la economía. Sencillamente, perdemos y nos empobrecemos todos.