29 de octubre de 2010

Los sindicatos y su representación


Publicado en el Instituto Mises de Barcelona.

Una de las razones que esgrimen los sindicatos para justificar su existencia (mantenimiento mediante subvenciones) es que nos representan a todos los trabajadores.

Esto presenta ya, inicialmente, un problema de legitimidad. Básicamente porque sólo están afiliados entre el 10 y el 15% de los trabajadores. Un apoyo verdaderamente minoritario. Para que se pudiese hablar de representar a los trabajadores (si es que se pudiera) se necesitaría al menos el 80-90% de afiliación. Qué menos que eso. Y aún así sería injusto para el 10-20% restante, a los que se les debería permitir prescindir de ellos y de su representación.

La realidad es que entre el 85 y el 90% de los españoles no expresa su deseo de que los sindicatos le representen. Esta amplia mayoría no debe encontrar necesaria ni útil la acción de los sindicatos. De lo contrario, los apoyaría afiliándose y pagando su cuota.

Esta falta de apoyo me parece lógica. Porque, ¿para qué necesitamos la intervención de los sindicalistas en las relaciones laborales? ¿Es que los trabajadores no podemos tomar decisiones ni representarnos a nosotros mismos? ¿Acaso estamos en pleno siglo XIX? ¿No se ha desarrollado suficiente el Estado de Derecho?

Dicen que los sindicatos existen para defender los derechos de los trabajadores de posibles injusticias. Ya, muy bien. ¿Y para qué existe el Derecho Laboral y los abogados laboralistas? Diría yo que el Derecho Laboral es el conjunto de principios y normas jurídicas que regulan las relaciones entre empleador, trabajador y el Estado. Por tanto, si tenemos unas leyes laborales definidas y disponemos de infinidad de abogados laboralistas, ¿qué pintan los sindicatos? ¿Si la empresa incumple cualquier acuerdo voluntario al que hayamos llegado mediante un contrato voluntario, para qué necesito a un sindicalista si tengo un abogado laboralista especialista? Un abogado laboralista que no defiende cualquier derecho arbitrario que se nos pueda ocurrir (como los sindicatos), sino que defiende el cumplimiento de los contratos libremente pactados.

Todos vemos con normalidad el elegir un abogado para defendemos de injusticias que podamos sufrir en las demás parcelas de nuestra vida. Nadie entendería que un tercero interviniese en un conflicto entre dos partes determinando nuestra posición sin nuestro consentimiento. Es completamente absurdo y, sobre todo, liberticida. Parece de sentido común, que yo debo tener la libertad de elegir quién me defiende y cómo. Esto, desde luego, no debería ser diferente en cuanto a las relaciones laborales.

Si a esto se le une que la existencia de los sindicatos hace que yo no pueda negociar libremente con la empresa las condiciones de mi contrato, no queda más remedio que concluir que cualquier intento o amago de justificar la legitimidad de los sindicatos es defender lo indefendible.


17 de octubre de 2010

El 29-S no es suficiente


Publicado en el IJM.

Partiendo de la base de que no me parece que una huelga general convocada por unos sindicatos estatales acabe siendo beneficiosa para las personas ni para la economía de un país en absoluto, sí que creo que la huelga del día 29 ha tenido algún aspecto positivo (aunque no suficiente como explicaré después). A saber: que la gente ha podido comprobar el
modus operandi real de los sindicatos. No el teórico, sino el real.

Empezando con su retórica marxista rancia y caduca del siglo XIX. Desde luego, hay que estar muy trasnochado para hablar de “transformar las estructuras de poder”, de “explotación y opresión de los obreros por parte del capital”, de los “conflictos de clase” o de la “solidaridad de la clase obrera”. La gente del siglo XXI los percibe como meros clichés carentes de toda relación con la realidad.

Además, el pasado día 29 se pudo saber exactamente la función de los piquetes: intimidar y coaccionar a personas libres. La mayoría de los trabajadores han sufrido esta forma de hacer de los sindicatos, y se han dado cuenta de sus métodos violentos e injustos. De poco vale que se le aplique el adjetivo de “informativo”. Porque, ¿de qué nos quieren informar? ¿De que se ha convocado una huelga? ¿De los motivos de la misma? Entiendo que ellos están situados en pleno siglo XVIII, pero los demás terrícolas estamos viviendo en plena sociedad de la información y la tecnología. No solamente no necesitamos que nos informen justo el día de la huelga, sino que además han tenido mucho tiempo para ello.

Es fácil comprender que son meras excusas para intentar enmascarar las agresiones sindicales. La violencia de los piquetes y sindicalistas no siempre es física. También es verbal o psicológica, intimidando y amenazando con represalias o venganzas a aquellos trabajadores que expresen su deseo de ir a trabajar el día de la huelga.

Es curioso que a los sindicalistas se les llene la boca hablando de Estado de Derecho, cuando en realidad son un grupo muy minoritario de la sociedad que utiliza métodos violentos para coaccionar a los que no piensan como ellos. Curiosa manera de defender al trabajador.

Sólo por esto, creo que la huelga no ha sido en vano. Pero es insuficiente. La aristocracia sindical no perderá poder sobre la sociedad hasta que se les derrote moral e intelectualmente.

Moralmente, por dos razones. Primero, porque su existencia se debe única y exclusivamente a las subvenciones. Sólo en 2009 el gobierno destinó a los sindicatos la friolera de 193 millones de euros (para comprar su silencio por el 20% de paro, se supone). En una sociedad libre, las organizaciones y empresas se financian voluntariamente, pero los sindicatos saben perfectamente que ellos no se pueden regir por reglas de libre mercado, voluntariedad y la libertad de elección. Ellos deben seguir una estrategia de coacción y obligatoriedad (a través de medios políticos), porque con simplemente un 10-15% de trabajadores afiliados les sería imposible existir. La sociedad le está diciendo a este tipo de organización que no es útil, que no es rentable y que está desperdiciando los valiosos recursos escasos de que dispone (capital y trabajo) en unos proyectos deficientes en lugar de destinarlos a otros más demandados y prioritarios. Y esto va ligado con la segunda razón moral: con un 10-15% de afiliados, representan y toman decisiones por el 85% de los trabajadores españoles. Si esto es libertad y si esto es defender la libre voluntad del trabajador, ¡venga Dios y lo vea!

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3 de octubre de 2010

El Wall Street Journal no nos deja muy bien...

Pese a los cuatro topicazos que sueltan en el video (como que sólo estamos de fiesta), estoy de acuerdo sustancialmente con gran parte de su contenido e ideas principales.